Fluye el devenir y como a incautos nos atrapa.
Queremos, pero no podemos, miramos pero no vemos, imaginamos pero sólo
imaginamos … Corramos o no nos atrapa su eterna presencia, su continuo estar,
su inevitable ser. La contingencia de sus actos le hace imperceptible, pero
actúa en cada instante de nuestras vidas. Cerramos los ojos pero no desaparece,
los abrimos y no lo vemos. ¿Acaso no es esa también la definición que se da de
Dios? ¿No podría ser Dios, simplemente, el devenir? Los demás atributos ya se
los añadimos nosotros, muy dados a poner nombre a las cosas.
Hoy es lunes, día de inicios para la mayoría. Y
septiembre, mes de retornos. Retorno a la escuela, al trabajo, a la rutina que
la vida y nosotros mismos nos hemos impuesto. Retornos a la vez impuestos y
deseados.
Quisiéramos correr desnudos desde nuestra atalaya
hacia la playa, y que una inesperada ola nos atrapara para siempre y nos hiciera
mar. Quisiéramos que nada o nadie nos hubiera apartado del rígido camino animal
que el instinto marca, pero ese algo o alguien está experimentando con
nosotros, nos da voluntad y deseos pero nos pone límites, nos da esperanza e
ilusión, pero nos impone desgracias y sufrimiento, nos abre los ojos a la vida,
pero nos la impone sin concesiones.
Las cosas no son buenas ni malas, es nuestra
interpretación de ellas lo que las convierte en buenas o malas.
Esperamos que esta semana sea buena, al menos en algún
sentido, para todos.
Por Cástor y Pólux.
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