Relativizarlo todo tiene un aspecto psicológico que suele influirnos en contra de tal relativización. Relativizar, por ejemplo, nuestra opinión o nuestra forma de ver las cosas implica empatizar con la opinión o forma de ver las cosas de los demás, pues en cierta manera si nuestro punto de vista no está por encima del de los demás hemos de entender que ese punto de vista de los demás puede ser tan válido como el nuestro, aunque no lo compartamos ni lo valoremos como el nuestro. Y no solemos estar dispuestos a aceptar tal cosa así como así. Nos gusta quedar por encima, reafirmar nuestra postura e incluso que nos la reconozcan frente a otras. Aunque esto no sea incompatible con la relativización, al menos cognitiva y racionalmente, sí acaba siéndolo en nuestra conducta.
Empatizar con sentimientos ajenos o con el compañero de trabajo no nos parece mal, pero hacerlo con el que piensa lo contrario, con el "enemigo" es ya otra cosa, lo que nos lleva a creer en cierta preeminencia de nuestra posición, lo que claramente es contrario a la idea de relativización.
Pensar la cosas o creer en algo es una cosa y actuar conforme a ello es otra. Por ello la realidad y la conducta que observo me lleva a pensar no que actuamos como pensamos, sino que pensamos como actuamos.
Dicen los refranes que vienen al caso, "del dicho al hecho hay mucho trecho", "obras son amores y no buenas razones". En realidad no digo nada que no haya expresado antes el saber popular.
Por Pólux.
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