Podemos colegir, a modo de silogismo, que el amor que sentimos por nosotros mismos determina nuestra forma de relacionamos y de mostrarnos.
De tal manera, cuando nos queremos nos mostramos más seguros, más firmes y más realistas, y cuando no nos queremos nos mostramos más inseguros, más temerosos y menos realistas.
Las exigencias al otro o la incapacidad para darle su espacio, los celos excesivos, la falta de un proyecto común en una relación íntima o no tener claros los límites de una relación de amistad, entre otras muchas formas de ser, muestran nuestra capacidad de amarnos a nosotros mismos y a los demás.
Esto sucede a grandes rasgos, y estoy seguro de que sucede simplemente por que llevo mucho tiempo observándolo. De la misma manera hay que tener en cuenta no confundir la seguridad en uno mismo con el amor a sí mismo, pues si bien normalmente lo primero sigue a lo segundo, son cosas diferentes, de forma que en algunos casos dicha seguridad enmascara debilidad y/u odio. Lo sabremos atendiendo a otros aspectos del carácter que con toda nitidez mostrarán tal debilidad y/u odio.
Solemos mostrarnos con gran claridad cuando actuamos o nos relacionamos. Sólo hemos de observar a los demás para aprender mucho de ellos.
Por Pólux.
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