No hay duda de que cada uno cuenta la vida como le va, valora las cosas según ha vivido y cree aquello para lo que está predispuesto a creer.
Ni voluntades, ni intenciones, ni creencias tienen la mínima importancia. Somos y actuamos como nuestra mentalidad y carácter nos imponen. Y digo nos imponen porque difícilmente controlamos la mentalidad y el carácter a pesar de tener la fuerte sensación de que forman parte de nuestro yo, por lo tanto una parte de nosotros mismos, y consecuentemente sometidos a nuestra voluntad. Tal forma de entender la vida es un error imperdonable, porque los hechos lo contradicen.
Pero vivimos de espalda a los hechos, sólo queremos creer lo que validan nuestra mentalidad y nuestro carácter, aunque contradigan los hechos, ya se encargará nuestra mente de tergiversarlo todo para que encaje.
Estamos perdidos ante la incapacidad de hacer consciente lo que no lo es. Creemos que lo hacemos, pero estamos naturalmente incapacitados para ello.
Por Pólux.
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