Y llegó septiembre.
Tentado estoy de decir que se acabaron las vacaciones, y así es para una gran mayoría, pero cierto es también que hay muchas personas que prefieren disfrutar de sus vacaciones en este mes de septiembre que empieza, principalmente por la mayor tranquilidad que se disfruta, lejos de la masificación de los meses de julio y agosto.
En la atalaya gozo de más tranquilidad (apenas hay senderistas que pasan cerca de ella) y de unas vistas, a lo lejos, de playas más desiertas.
Pero septiembre no es el septiembre de hace treinta años. Recuerdo que entonces podía pasear por playas solitarias en esta costa al sur de Huelva. Hoy difícilmente puedo hacerlo. Cada tarde se acercan personas de las poblaciones cercanas (Huelva, Palos, Moguer) a pasar un rato en la playa. Van y vienen en un rato. Yo lo haría su pudiera (cuando trabajo y no estoy en la atalaya).
No es ni mejor ni peor, es, como siempre creo, diferente, aunque en un plano puramente subjetivo para mí es peor por cuanto prefiero y busco la soledad tanto en la atalaya como en las playas cercanas a las que me gusta ir a pasear.
Tal vez las playas más solitarias que encuentro en septiembre estén en pequeños lugares de la costa gaditana y ya, más lejos, en la costa atlántica del Algarve y el Alentejo en Portugal. Como veis la costa y las playas son mi fijación, no en vano la talaya está donde está.
Médanos, un suelo de pinochas y la brisa es todo lo que tengo a mi alrededor y lo único que necesito.
Por Pólux.
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