Sentado en un banco veo el trasiego de la gente. La estación está repleta y el ir y venir de personas tan dispares resulta pintoresco.
Todos personas, pero cuan distintas la forma de vestir, de comportarse, de mirar a su alrededor... Unos van solos y otros acompañados con su pareja, con niños, o con toda la familia. Unos llevan mochilas, otros maletas otros. Eso que llaman moda en la forma de vestir parece no existir. Faldas largas, muy largas, otras cortas, cortísimas, vaqueros rotos, shorts, blusas, camisetas, trajes, vestidos, pantalones de todos los colores, estilos y hechuras, torsos desnudos, otros pudorosamente cubiertos...
Cada persona parece inmersa en sus pensamientos, algunos de aspecto profundo, otros concentrados en la inmediatez de lo que ven o buscan, pero cada uno ajeno a los demás.
Vidas tan distintas mezcladas en un fluir errático y discontinuo, objetivos y metas cumpliéndose a la vez que otras se desvanecen... Curiosa estampa a la que es difícil dar sentido.
Y quienes desfilan, mirando a su vez a quienes estamos sentados, teniendo tal vez esa misma sensación de variedad y sinsentido...
Puro relativismo, con un nexo de unión, la propia estación, pero puro relativismo.
Por Pólux.
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