El recuerdo por lo bueno acontecido es triste y nos produce melancolía, por cuanto hace consciente la pérdida que supone no poder volver nunca a transitar por lo recordado, más que en la propia rememoración.
Lo ya vivido es único y a la alegría por el recuerdo de lo que pudo ser sigue la desazón por no ser. No es más que la expresión del anhelo de perduración de lo positivo, genéticamente codificado y manifestado en nuestra mente. Deseamos lo que nos agrada y rechazamos lo que no, y tenemos la capacidad de sentir ese deseo en la rememoración, pero también el rechazo por no ser real.
Siento el recuerdo como una somnolencia que se apodera de mi voluntad y que me hace desear... Por eso olvido, olvido todo, hasta lo que no debiera, pero es mi única medicina, tan radical que para matar el sentimiento triste mata el propio recuerdo, y que para matar los recuerdos malos, mata también los buenos.
Mejor tener sólo futuro, que pasado y futuro. Pensarán que el pasado está ahí se quiera o no, y así es, pero como dice el refrán, ojos que no ven, corazón que no siente. Radical pero efectivo.
Por Pólux.
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