Todos somos maravillosos hasta que demostramos lo contrario. Tarde o temprano lo demostramos porque acabamos siendo como somos, no podemos fingir siempre, pues si pudiésemos hacerlo no fingiríamos entonces.
Es muy humano querernos mostrar lo mejor posible, incluso mejor de lo que somos, porque queremos impresionar y conseguir a los otros, que nos tengan en alta estima, y no digamos ya si queremos obtener su amistad o nos enamoramos.
Pero cuando las situaciones se normalizan y la monotonía empieza a hacer acto de presencia es prácticamente imposible mantener esa fachada maravillosa. Llegan entonces las decepciones, el sentirse engañado por falsas esperanzas, en definitiva la realidad, la más cruda realidad.
Así es nuestra naturaleza, y nada hace pensar que podamos cambiarla.
Es muy humano querernos mostrar lo mejor posible, incluso mejor de lo que somos, porque queremos impresionar y conseguir a los otros, que nos tengan en alta estima, y no digamos ya si queremos obtener su amistad o nos enamoramos.
Pero cuando las situaciones se normalizan y la monotonía empieza a hacer acto de presencia es prácticamente imposible mantener esa fachada maravillosa. Llegan entonces las decepciones, el sentirse engañado por falsas esperanzas, en definitiva la realidad, la más cruda realidad.
Así es nuestra naturaleza, y nada hace pensar que podamos cambiarla.
Por Pólux.
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