CERRAR LOS OJOS.
Por Pólux (28 de diciembre de 2014)
Pero cuando uno no tiene una profesión tan definida o abarca muchos campos diferentes, ¿qué parte del cuerpo pensáis que ayuda más a vivir? Tal vez no esté relacionada con la profesión, sino con cuestiones más íntimas. Puede ser.
A mí, particularmente, la parte de mi cuerpo que más me ayuda a vivir son los párpados. El por qué es fácil de adivinar, y no es para lubrificar mis ojos. Los párpados me ayudan a vivir porque me permiten cerrar los ojos. La impasividad propia y ajena frente al dolor, la crueldad, los más desfavorecidos y la total falta de respeto por lo más elemental, no se soporta así como así. La inocencia de la alegría por la vida se me torna crítica con los años, y la crítica sin acción culpa, también propia y ajena, y cada vez he de cerrar más los ojos para llevar una vida "normal", sin excesivo lastre por esa culpa.
Yo soy una tuerca más de esa maquinaria llamada sistema, que se realimenta con cada omisión, con cada cerrar de ojos, incluso con aquello contrario que lo combate y que es permitido por el propio sistema para conseguir la síntesis que lo integre. Nada hay fuera del sistema y lo que parece estarlo es, en realidad, permitido por él para ser controlado más eficazmente. Pero todo esto no es más que repetir lo que ya han explicado antes otros.
Mientras, yo, cierro los ojos cuando estoy con los demás, para evitar incomodarles vomitando delante de ellos. Luego, en mi soledad, cierro los ojos para evitar hundirme demasiado y poder retomar el día siguiente. A las personas que no tenemos nada de especial y que somos incapaces de otra cosa, sólo nos queda cerrar los ojos.
Pero de forma racional también puede argumentarse una vida sin culpa, o al menos con una culpa relativa.
De forma genérica, si algo sucede es porque puede suceder, es decir, porque está en la naturaleza de aquéllo que obra el suceso. Así, si el hombre es bondadoso o mata a un semejante es porque de alguna manera está en su naturaleza poder obrar de esa forma (cuestión diferente es la ética de su comportamiento). Si el hombre, en su consciencia diferenciadora de lo puramente animal y natural, crea su propia red social y su propio sistema (como la maquinaria realimentada antes referida), aún con la característica de la auto represión, es porque está en su naturaleza el poder hacerlo (lo que también llamamos condición humana).
Bajo esta argumentación parece lícito y natural no sentir la culpa de la que antes hablaba, por estar en nuestra naturaleza el ser así. El problema es que bajo esa misma argumentación parece lícito absolutamente todo lo que seamos capaces de hacer, y una cuestión es explicar nuestros actos, por radicales que sean, en base a nuestra naturaleza, y otra muy distinta justificar esos mismo actos. Precisamente nuestra sociedad y el propio sistema bajo el que vivimos (con todos sus defectos) sobreviven porque no lo justifican todo.
Más consideraciones podríamos hacer sobre el dolor, la culpa y la forma de afrontarlo, algunas de carácter personal, pero lo cierto es que cada cual encontrará, fácil es, justificación para su postura. Yo, después de darle muchas vueltas, y por ahora, sólo consigo seguir adelante cerrando los ojos.
Pero de forma racional también puede argumentarse una vida sin culpa, o al menos con una culpa relativa.
De forma genérica, si algo sucede es porque puede suceder, es decir, porque está en la naturaleza de aquéllo que obra el suceso. Así, si el hombre es bondadoso o mata a un semejante es porque de alguna manera está en su naturaleza poder obrar de esa forma (cuestión diferente es la ética de su comportamiento). Si el hombre, en su consciencia diferenciadora de lo puramente animal y natural, crea su propia red social y su propio sistema (como la maquinaria realimentada antes referida), aún con la característica de la auto represión, es porque está en su naturaleza el poder hacerlo (lo que también llamamos condición humana).
Bajo esta argumentación parece lícito y natural no sentir la culpa de la que antes hablaba, por estar en nuestra naturaleza el ser así. El problema es que bajo esa misma argumentación parece lícito absolutamente todo lo que seamos capaces de hacer, y una cuestión es explicar nuestros actos, por radicales que sean, en base a nuestra naturaleza, y otra muy distinta justificar esos mismo actos. Precisamente nuestra sociedad y el propio sistema bajo el que vivimos (con todos sus defectos) sobreviven porque no lo justifican todo.
Más consideraciones podríamos hacer sobre el dolor, la culpa y la forma de afrontarlo, algunas de carácter personal, pero lo cierto es que cada cual encontrará, fácil es, justificación para su postura. Yo, después de darle muchas vueltas, y por ahora, sólo consigo seguir adelante cerrando los ojos.
Por Pólux.
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