Esta semana las fotos de cabecera van a estar dedicadas a flores y plantas. Empezamos hoy con ese par de florecillas silvestres, fotografiadas entre el matorral de los pinares onubenses, cerca de nuestra atalaya.
Cada flor, coronando su tallo, se erige en reina de su pequeño mundo, como lo somos cada uno de nosotros del nuestro, a la vez que frágil frente al mundo exterior. Una pisada nuestra es suficiente para acabar con esa reina, como un leve estremecimiento de La Tierra lo es para acabar con cualquiera de nosotros.
Nuestra fortaleza no depende tanto de nosotros mismos como del favor del mundo en el que nos desenvolvemos. Cada día puede caer un gran meteorito sobre La Tierra, o puede ésta estremecerse con un terremoto devastador, o puede hacer una demostración de su fuerza interna haciendo explotar un volcán, y si estamos vivos es sólo porque nada de ello sucede. Así la flor vivirá su tiempo si no creció en nuestro camino.
Grandeza y fragilidad van de la mano porque nada hay que no dependa de la benignidad de su entorno.
Por Pólux.
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