A veces parece que el mundo está al revés. No dábamos crédito cuando el otro día veíamos unas imágenes del futbolista uruguayo Luis Suárez, con su hijo en brazos en un balcón entre vítores y ánimos, como si de un héroe se tratara. Y ese señor ha sido expulsado del mundial de fútbol por violento, ¿cuál es, pues, su heroicidad?
Lo suyo ha sido pura violencia en el fútbol, dando un mordisco a otro jugador. Ése es uno de los peores ejemplos, pues no se trata de un empujón de más en el fragor de la jugada, o entrar con la pierna para intentar alcanzar el balón y meterle los tacos en la espinilla al contrario (incluso hasta romperle la pierna). A veces esas jugadas pueden ser intencionadas, pero a balón parado, como el famoso cabezazo de Zidane, no tienen justificación alguna.
Y ahora, desde su entrenador hasta políticos de su país dicen que la sanción ha sido excesiva (nueve partidos y cuatro meses sin jugar). Es decir trasladan el debate de la violencia en el deporte al de la excesiva dureza de la pena impuesta. De pena -nunca mejor dicho-, nos parece. Tal vez la sanción ha sido ejemplar, pero la situación creemos que lo requería.
Y ese señor es el héroe. Su heroicidad ha sido en primer lugar dar un ejemplo de violencia en el deporte, y en un mundial que es escaparate para todos, incluidos los niños, y segundo dejar a su equipo sin uno de sus jugadores clave para afrontar las siguientes eliminatorias. ¡Y vuelve a su país como un héroe! Por favor, que nos lo expliquen.
Por Cástor y Pólux.
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