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lunes, 26 de mayo de 2014

DEMOCRACIA Y ELECTORES.

¿Cuánto daríamos por tener una democracia si no la tuviéramos sabiendo ya lo que es? Para nosotros no tiene precio, es ya un derecho al que ni queremos ni podemos renunciar. La libertad que procura, con todas sus limitaciones, no tiene igual en ningún otro sistema político probado. Así lo creemos con total convencimiento.

Y la expresión más simbólica e importante de la libertad que defiende la democracia la representa el ejercicio del sufragio universal, el derecho a elegir con nuestro voto. Participar en las elecciones debería ser un derecho al que no renunciar. La participación del un 50 ó un 60% del electorado nos ha parecido siempre algo inaceptable en una democracia. La mitad de los electores eligiendo por la otra mitad, porque tampoco sabemos si esa mitad que elije es representativa de la totalidad, en realidad y en general diríamos que no lo es. Y no digamos ya participaciones del 40% e incluso menos. Podríamos admitir que un 10% del electorado tuviera problemas para votar (mucha edad, estar de viaje fuera, enfermedad, etc.), pero no un 50% o más.

Las razones seguramente serán varias: descontento hacia los políticos y la política, insatisfacción ante las propuestas políticas, falta de confianza en un sistema muchas veces injusto, falta de ilusión ante una crisis que tanto ha destrozado y tanto retraso en derechos sociales ha supuesto.

Para mantener nuestro sistema hay que creer e invertir en él, y nuestro voto es la forma de manifestarlo. 

Por Cástor y Pólux.



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