“LA ZANJA”
Por Helena de Troya (7 de abril de 2014)
En aquella ocasión estábamos
de ejercicios espirituales. Era de noche y esta oscuro.
La monja nos entregó a cada
niña una vela encendida. Haríamos un vía crucis alrededor del edificio en el
que nos hospedábamos. La monja iba la primera, iniciando las oraciones, y las
niñas íbamos detrás más o menos distanciadas de ella. Algunas se quedaron
bastante rezagadas para echar unas risas. Yo iba con las del medio, despacio,
para que no se apagara la vela y enfrascada y recogida con las oraciones.
Al cabo de un rato escuchamos
a la monja, como fiel precursora de David Bisbal, gritar “Ave maría”. Todas se
preguntaban qué había pasado y nos fuimos acercando al principio del camino,
pero no se veía nada.
Todo estaba oscuro y como el vestido
de la monja era negro, no nos dimos cuenta de que ésta había caído dentro de una zanja. Hasta
que volvió a gritar “aquí, aquí”, no nos pudimos hacer una idea de dónde estaba
exactamente. Pero en vez de ayudar a sacarla nos dio la risa y no hubo quien le
ayudara a salir de la zanja.
Al cabo de unos minutos la sacábamos
mientras la monja nos lazaba improperios. Así que al día siguiente todas al confesionario.
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