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miércoles, 4 de diciembre de 2013

GUERRA, DICTADURA Y LIBERTAD.

Cuánto ha cambiado el estilo de vida en esta España, sumida en el retraso y la intransigencia de la dictadura en la acabó la contienda civil, como "merecido" castigo por los odios y rencores que aquella cruel guerra hizo anidar en el corazón de tantos.

Cada vez estamos más convencidos de que los vencedores, aún ejerciendo la fuerza de su victoria, no ganaron realmente nada. La perspectiva que da el paso del tiempo da la razón a las grandes ideas de futuro y se las quita a la ideas que, cortas de miras, sólo pretenden establecer un orden momentáneo y ficticio. Sí, es verdad, la dictadura duró 40 años, muchos años, ¿y en qué acabó? En una idea mustia y marchita que dejó paso a la gran idea de democracia, con vocación integradora y de futuro.

No hace tanto que una mujer casada necesitaba el consentimiento de su marido para disponer de sus propios bienes privativos, o para abrir una cuenta en un banco. El machismo desbocado y autoritario no era más que consecuencia de un régimen igualmente autoritario.

Hemos de comprender lo que significa la libertad e igualdad de las que gozamos hoy. Muchas personas dicen, y tienen razón, que en la dictadura llevaban una vida normalizada, dedicada a su trabajo y su familia. La represión de la dictadura fue directamente política, pero también, indirectamente, social, pues inculcó determinados valores sociales, familiares y religiosos acordes con el ideario impuesto por el régimen.

Hoy un homosexual o un ateo pueden manifestar sus ideas y creencias abiertamente. En aquella época no. Una madre soltera era una vergüenza, una soltera era una solterona, un homosexual un desviado y depravado, un ateo un comunista sin dignidad, un hombre con una prenda rosa era un maricón, una pareja que decidiera no tener hijos era el egoísmo personificado, y el divorcio era contrario a la religión y la moral imperantes hasta el punto de no estar contemplado en las leyes.

No había que participar en política contra el régimen para ser perseguido. Si pertenecías a cualquiera de los colectivos antes citados quedabas marcado y marginado, y en algunos casos más que eso. Si creemos que eso no fue falta de libertad es que no hemos entendemos nada.

¡Cuánto ha cambiado esta España nuestra!


Por Cástor y Pólux.

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