Cada vez, y creemos que en ello tiene mucho que ver la edad (es decir, la experiencia por lo vivido), nos cansan más las medias tintas (hasta las que a veces seguimos teniendo nosotros mismos), la falta de claridad, y no digamos ya el intento de manipulación.
¿Por qué nos cuesta tanto "dar puerta" a alguien que nos llama, sin conocernos, por asuntos de publicidad y comienza a preguntarnos cosas que no le contamos a nadie? A veces contestamos como pardillos. El aplomo y la seguridad con la que nos preguntan, unido a cierto sentido de la "educación" que de pronto sentimos (en realidad falta de seguridad), nos impulsan a contestar lo que no queremos, y a dejarnos manipular a sabiendas de que de eso se trata.
Pero, ¿qué nos pasa? Y de pronto un día aprendemos a contestar de la misma forma que te preguntan y adviertes que quien te ha llamado se ha quedado "cortado". Algo simple resuelto de forma simple ¿Es posible? Sí que lo es.
Bastantes tonterías nos interfieren ya todos los días para gastar energía en cuestiones como esas. Tenemos que centrarnos en lo importante, y lo importante está dentro de nosotros. Lo banal también hay que resolverlo, pero como lo que es. También es cierto que lo que para nosotros es banal puede no serlo para otros, pero eso no cambia nada en cuanto a nuestra actitud para resolverlo.
A veces se nos va la vida en nimiedades que ni queremos ni nos interesan. Y está en nosotros que no sea así.
Por Cástor y Pólux.
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