Seguimos en nuestra atalaya, donde sentimos profundamente la soledad, cada vez más. Es una sensación única, que ahonda poco a poco en nuestro interior.
Es una soledad deseada e impuesta, buscada y temida, amada y repudiada, en parte fruto de nuestra sangre, en parte consecuencia de la mirada de los demás.
Creéis que estáis aquí, con nosotros, mientras nos leéis, pero no es así, sólo lo creéis. Pero hay tantos que ya no estáis ni estaréis nunca ...
Por Cástor y Pólux.
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