“¿Por qué no puede comprender el por qué comprendo?”, se pregunta, el hombre. La
respuesta ya la sabemos. La imposibilidad de contestar a esa pregunta choca
radicalmente con el continuo intento de hacerlo. Es un problema porque el hombre se empeña en comprender aquello que no puede comprender. Pero el empeño, el deseo de saber, aparece fuertemente arraigado en el hombre, como si de un instinto se tratara. Tal vez sea el instinto de la mente. Saber posibilita adaptarse.
Por Cástor y Pólux.
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