Ya hoy es martes. Dice el refrán "En martes ni te casas ni te embarques", parece ser mal día para nuevos comienzos. Pero nuestro comienzo lo iniciamos ayer lunes, así que parece que estamos a salvo de lo que quiera decir el refrán.
Ayer
lunes cogimos nuestros bártulos, que caben en dos mochilas, y comenzamos a
caminar, dejando atrás nuestra atalaya, que quedó solitaria sobre aquel
acantilado mirando fijamente al océano abierto, al Atlántico. ¡Qué buenos
momentos hemos vivido allí!
Comenzamos
pacientes nuestra andadura, pero justo después de amanecer empezó a caer una llovizna
que se calaba hasta los huesos. Debíamos tener un aspecto algo patético y
lastimero empapados y cargados con las mochilas, porque no tardó en pasar un amable automovilista tras un gesto
nuestro. Amablemente se ofreció a llevarnos. Estuvimos "hablando y hablando", y acabamos contándole nuestro proyecto de Obtentalia -siempre aprovechando para hacernos
algo de publicidad-. Ni que decir tiene que nos entendimos gracias a nuestro
portugués “macarrónico” de diccionario de bolsillo y a la viva imaginación de
nuestro interlocutor. El parecido de los idiomas hizo el resto.
Nuestro amable conductor, Joao se llamaba, nos dejó
en Sagres, pintoresca ciudad que ya conocíamos, y por eso mismo a la que no nos
importó volver. Sus vistas excepcionales y sus playas entre acantilados son un
gozo para la vista y el espíritu. Ya aprovecharemos para ir al Cabo de San
Vicente, todo un espectáculo, y ver la puesta de sol que tanta expectación
provoca.
El aire fresco nos infunde ánimo y deseos de seguir, de lo contrario ya nos encargamos nosotros mismos, es lo que tiene ser humano.
Por Cástor y Pólux.
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