El anhelo de lo que no tenemos suele perdernos en la confusión. Por más que lo que tengamos sea un privilegio seguimos deseando. A veces tenemos que pararnos en seco y recapacitar. Pero el cansancio y el deseo nos pueden, marcan erróneamente nuestras perspectivas y acabamos sumidos en el descontento y la apatía.
Sobreponerse no es fácil, porque nada que cueste trabajo lo es. El conocer a alguien que se ha sobrepuesto a casi todo nos ayuda, nos indica el camino y la forma de hacerlo, aunque no lo facilita. La lucha siempre es interior y en solitario.
Suponemos que cada día aprendemos algo nuevo, pero eso es mucho suponer. Caemos una y otra vez en los mismos fallos, sucumbimos una y otra vez a las mismas debilidades. ¿Qué aprendemos entonces? Aprendemos que hay cosas que no se aprenden. Pero no por ello vamos a tirar la toalla, eso lo último. En ocasiones, cuando ya no se confía, se obtienen frutos inesperados. La lucha nos puede dar la estabilidad que necesitamos, y la perseverancia aquéllo que no nos puede dar la lucha.
Aprender a luchar por nosotros es una de las mejores formas de querernos.
Por Cástor y Pólux.
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