A nadie le gusta que le juzguen. A mí no me gusta que me juzguen. Principalmente porque el juicio de los demás suele contener prejuicios y suposiciones, lo que lo vuelve injusto e incierto.
Lo cierto es que a mí nunca me ha importado el juicio de los demás, a pesar de la humillación que supone un juicio público incierto, pero sí me ha importado cuando quien ha hecho el juicio es alguien que tiene poder sobre mí, como es el caso de un superior en el trabajo.
Pero es que somos tan dados a hablar gratuitamente ... Si tuviera algunas consecuencias ya tendríamos más cuidado con lo que decimos.
Por Pólux.
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