UN TIPO CON SUERTE.
Por Pólux (17 de diciembre de 2016)
Siempre he considerado que soy un tipo con suerte, mejor dicho, con mucha suerte. No tengo nada especial para atraerla, ni una visión positiva de la realidad para así creerlo. Simplemente hago balance y veo el resultado.
Claro que me ha sucedido de todo en la vida, como a todo el mundo, aunque, ciertamente, en la parte positiva de la balanza está el que en realidad no me ha sucedido de todo, no he vivido una guerra, por ejemplo.
No he pasado calamidades, ni hambre, y he tenido una infancia feliz. Posteriormente, en la niñez, tuve un primer atisbo del dolor de la existencia, que en la adolescencia y la juventud se afianzó y que en la adultez se clavó profundamente sin contemplaciones. He llegado a tener mucho y también muy poco. He tenido estudios y he podido formarme, he cultivado algunas aficiones, pero también yo mismo he impedido otros desarrollos que me hubieran beneficiado.
Nací en una país desarrollado, en una familia que consiguió cierto acomodo, que me dio mucho, pero tampoco todo, simplemente porque nadie puede saberlo todo, y me trataron con respeto pero con firmeza.
Mis padres siempre estuvieron preocupados pensando que algo no hicieron bien por haberles "salido" un hijo tan agnóstico y ateo cuando ellos procuraron inculcarme su profunda religiosidad por los cuatro costados, pero no saben hasta qué punto les estoy agradecido por haberme permitido una formación que me propició pensar por mí mismo, reflexionar, analizar y adoptar mis propios criterios.
He pasado momentos críticos, incluso en cuanto a mi integridad física. Tuve problemas en la pubertad y en la adolescencia. He vivido situaciones dolorosas, y vivo una vida que no entiendo y que nunca pedí vivir, aunque no es algo que pueda reprochar a nadie. Me gano la vida, aunque con más esfuerzo del que a veces creo ser capaz de soportar. Pero para todo lo que me cuesta tengo alguien al lado que me quiere y me ayuda, el mayor lujo del que dispongo.
Podría tener más, mucho más, pero no lo echo de menos. Podría ir más lejos, pero no me hace falta. Podría, tal vez, tener más reconocimiento, pero me perdería en vanidades que para nada deseo.
Tengo mi vida, mi independencia y un sustento. ¿Qué más se puede pedir?
Podría tener más, mucho más, pero no lo echo de menos. Podría ir más lejos, pero no me hace falta. Podría, tal vez, tener más reconocimiento, pero me perdería en vanidades que para nada deseo.
Tengo mi vida, mi independencia y un sustento. ¿Qué más se puede pedir?
En fin, tengo una vida normal, que creo que es la mejor de las vidas. ¿Acaso no soy un tipo con suerte?
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