La educación no es una circunstancia vital necesaria para la convivencia, pero la facilita y muestra el talante de una persona.
No se trata de guardar las formas, que no es más que una forma de apariencia, sino de mostrar la capacidad y el deseo de integración con los demás. Cuando hablo de integración me refiero a la mínima y necesaria convivencia a que nos vemos sometidos al vivir en sociedad.
Por ello la mala educación, más que hablarnos de las malas formas y la falta de respeto, nos habla del carácter y la disposición de una persona en su relación con los demás.
Del carácter del maleducado sabemos más que del educado, pues el primero se muestra, mientras que el segundo puede ocultarse tras la afabilidad de la educación.
Mostrarse o no educado y respetuoso nos habla más de lo que a simple vista pareciera sobre el interior de una persona.
Por Pólux.
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