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lunes, 31 de octubre de 2016

NADIE ESCUCHA A NADIE.


Que nos gusta sentirnos el ombligo del mundo es un sentimiento propiamente humano. El egocentrismo, si cabe aplicar este término al mundo animal. El desarrollo filogénico, espoleado entre otros por el instinto de supervivencia, ha desarrollado la necesidad de anteponerse un animal a los demás, o a sus crías, a sí mismo y a los demás. Eso es lo más parecido al sentimiento egocéntrico que ha desarrollado la mente humana.

La principal diferencia entre ambos conceptos, en el animal y en el hombre, es que éste puede elegir, y puede anteponer otros criterios al de satisfacer su propia necesidad. Las relaciones humanas son un ejemplo de ello.

Digo todo esto por lo siguiente. El otro día, en un grupo de personas que conozco, una de ellas enseñó orgullosa un trabajo manual que había realizado y que resultaba práctico y había manufacturada con maestría, de forma que resultaba muy vistoso. Era normal que estuviera orgullosa, aunque por encima de ello se percibía cierta de necesidad de aprobación y admiración por parte de los demás. Puro ego humano, aunque se entiende. Pero no faltó quien rápidamente comenzó ha hablar de ella misma que había hecho no se qué otra cosa, igual o mejor. Y no sólo nos enseñó fotos de aquello en su móvil, sino que se comprometió a traerlo a la próxima reunión y comenzó a presionar a los demás para fabricarlos una pieza de aquellas (da igual lo que fuera). No sólo había monopolizado la situación, había hecho que dejara de hablar de las excelencias de la otra persona y se hablara sólo de las suyas. Más ego humano en estado puro, que ya cuesta entender.

Nadie escucha a nadie. Si le hablas a otro de algo él te hablará de lo suyo. No valorará lo que le dices, y hasta lo desprecia porque cambia de tema y te habla de lo suyo, dejando claro que nada le importa lo que le dices, pero sin embargo pretende que le escuches y muestres lo que te importa lo que te cuenta. El ser humano puede elegir. Puede escuchar y después hablar. Pero lo normal es no escuchar y hablar antes de que te sigan hablando.

No todo el mundo es así. Tal vez esté demasiado acostumbrado a nuestra forma de ser aquí en el sur, donde solemos hablar todos a la vez y rara vez nos escuchamos.

Así somos la mayoría, nos guste o no.

Por Pólux.



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