La entrada de ayer no apareció por un error técnico nuestro, que asumimos y por el que pedimos disculpas. Quien tiene boca se equivoca. Y vamos con nuestra reflexión de hoy.
La olvidamos con facilidad, le damos la espalda, pero la realidad es que siempre está ahí, acechando, a la espera. Es sólo cuestión de tiempo el que nos la encontremos de cara.
Cerramos los ojos, como si la realidad pudiera desaparecer con ello. Intentamos vivir ajenos a aquello que menos ajeno nos es. Huimos corriendo, como si no supiésemos que al final de cualquier camino, por largo que sea o escondido que esté, estará esperándonos. Miramos para otro lado, como si lo que no se viera no existiera.
No es fácil vivir, por eso nuestra mente utiliza todos esos recursos, con la idea de protegerse del dolor y el sufrimiento. ¿Es realmente mejor afrontarlo? Si vivimos de espaldas a la muerte nos preocupamos menos y estamos más tranquilos, pero cuando llega sufrimos más y el dolor nos golpea con más fuerza. Si la aceptamos como algo cotidiano el día a día se vuelve más doloroso e incómodo, pero cuando llega se está preparado y se afronta con más entereza. ¿Qué opción es mejor? No sé si una es mejor que otra, lo cierto es que cada uno afronta la situación como mejor sabe.
No es fácil vivir, por eso nuestra mente utiliza todos esos recursos, con la idea de protegerse del dolor y el sufrimiento. ¿Es realmente mejor afrontarlo? Si vivimos de espaldas a la muerte nos preocupamos menos y estamos más tranquilos, pero cuando llega sufrimos más y el dolor nos golpea con más fuerza. Si la aceptamos como algo cotidiano el día a día se vuelve más doloroso e incómodo, pero cuando llega se está preparado y se afronta con más entereza. ¿Qué opción es mejor? No sé si una es mejor que otra, lo cierto es que cada uno afronta la situación como mejor sabe.
Por Pólux.
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