La principal debilidad del ser humano proviene de la vanidad, esa presuntuosa arrogancia de creernos mejor que los demás.
Esa necesidad, de la que tanto hemos hablado aquí, de reconocimiento de los demás, de hablar para ser escuchado, de contar los problemas para ser el centro de atención, de referir nuestros logros para ser admirados, es pura vanidad.
Y con esa vanidad, por la propia debilidad que significa, estamos abocados a la soberbia, ya una enfermedad más que una debilidad.
Esa altivez por creerse mejor, con su explícito menosprecio por los demás, es una enfermedad humana tan corriente que llega a pasar desapercibida. La soberbia en una pandemia cuyo vector de transmisión es la mente humana.
Esa necesidad, de la que tanto hemos hablado aquí, de reconocimiento de los demás, de hablar para ser escuchado, de contar los problemas para ser el centro de atención, de referir nuestros logros para ser admirados, es pura vanidad.
Y con esa vanidad, por la propia debilidad que significa, estamos abocados a la soberbia, ya una enfermedad más que una debilidad.
Esa altivez por creerse mejor, con su explícito menosprecio por los demás, es una enfermedad humana tan corriente que llega a pasar desapercibida. La soberbia en una pandemia cuyo vector de transmisión es la mente humana.
Por Pólux.
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