Mirando y observando, siempre mirando y observando. Eso hago aquí en la atalaya. Y a veces me pregunto ¿no me observará igualmente todo lo que me rodea? ¿Acaso no soy yo la rareza de la naturaleza digna de ser observada y comprendida?
¿Quién observa a quién? Si hay algún intruso fuera de lugar, ese es sin duda el ser humano, una novedad biológica tan reciente como el resplandor del último rayo de una tormenta.
Tan frágiles como un niño, debemos dar cierta compasión, pero a la vez tan crueles y destructivos que el mundo entero debe odiarnos ya.
Estamos tan solos...
Por Pólux.
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