Apreciamos a las personas que nos caen simpáticas y son agradables con nosotros. Las consideramos buenas personas en una clasificación que, pareciéndolo, no tiene en verdad nada de realista.
Porque las personas nos mostramos de muchas formas distintas, agradables con quien nos interesa o nos cae bien, y desagradables cuando nos sentimos dolidos, ofendidos, humillados, cuando creemos que la ocasión lo requiere, o simplemente porque a veces somos desagradables, antipáticos y faltos de educación sin más.
Somos así, capaces de lo mejor y de lo peor, y solemos mostrar ambas caras dependiendo de la ocasión.
Nadie es perfecto, ni totalmente bueno ni totalmente malo, pero no sé por qué sesgo mental tendemos a percibir los comportamientos bajo una clasificación o etiquetado que desvirtúa la realidad.
La realidad está ahí, delante nuestra, a la vista, y aún así la desvirtuamos. Cosas de la naturaleza humana.
Porque las personas nos mostramos de muchas formas distintas, agradables con quien nos interesa o nos cae bien, y desagradables cuando nos sentimos dolidos, ofendidos, humillados, cuando creemos que la ocasión lo requiere, o simplemente porque a veces somos desagradables, antipáticos y faltos de educación sin más.
Somos así, capaces de lo mejor y de lo peor, y solemos mostrar ambas caras dependiendo de la ocasión.
Nadie es perfecto, ni totalmente bueno ni totalmente malo, pero no sé por qué sesgo mental tendemos a percibir los comportamientos bajo una clasificación o etiquetado que desvirtúa la realidad.
La realidad está ahí, delante nuestra, a la vista, y aún así la desvirtuamos. Cosas de la naturaleza humana.
Por Pólux.
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