Lo prometido es deuda. El lunes pasado me comprometía con los lectores de Obtentalia a publicar un artículo sobre la forma en la que percibimos la realidad, vista desde el punto de vista de la variación de esa percepción con la modificación de una variable independiente y extrínseca a la propia naturaleza del objeto percibido y la mente que lo percibe. En realidad es algo más bien sencillo (Ver entrada del lunes: "La atalaya y el rugir del mar").
Pero un problema de logística "obligó" a la redacción de Obtentalia a publicar ayer sábado el artículo "Objetos impropios en las Marismas del Odiel", por lo que hemos decido posponer el artículo prometido (que ya está redactado) al domingo que viene. Así que pospongo lo prometido y mantengo la promesa.
¿Alguien vio ayer el Festival de Eurovisión? Yo pude ver algunas partes, incluida la actuación de Edurne, la representante española, que lo hizo bastante bien, cumpliendo con la responsabilidad que adquirió. Pero en Eurovisión poco tienen que ver una buena actuación y una buena canción para conseguir ganar. Es más que un secreto a voces la falta de riguridad en los resultados y el sistema de votaciones con el que sólo se obtiene un buena dosis de risa ante lo que parece un chiste. Si alguna vez hubo seriedad en Eurovisión no tengo edad suficiente para recordarlo.
Me asombra sobremanera como el representante español va esperanzado año tras año a ese Festival. Llevamos muchos años viendo lo mismo, países del este votándose entres sí y el sur de Europa haciendo lo mismo (pero como somos menos no nos comemos una rosca).
Pero esto ya lo caracterizó de forma magistral el ya fallecido José Luis Uribarri, comentarista del Festival durante muchos años, quien evidenció todos esos problemas al anticiparse una y otra vez a las votaciones de casi todos los países en lo que parecía una facultad adivinatoria, cuando no era más su conocimiento profundo de como funcionaban las votaciones. Los lazos territoriales, las afinidades políticas, la cercana idiosincrasia de distintos pueblos y la simpatía histórica son, entre otros, los motivos para ejercer el voto. El motivo musical, simplemente, no tiene cabida. Sólo siendo así puede entenderse que Austria y Alemania hayan quedado en los dos últimos puestos, en ese orden, que en 1975 "Tú volverás" de Sergio y Estíbaliz quedara décima, o que en 1973 "Eres tú" de Mocedades (compuesta por Juan Carlos Calderón, como también "Tú volverás") quedara segunda (Ver entrada "Volverás" de esta misma semana).
Por cierto, la cantante que ganó en el año 1973, Anne-Marie Davie, Luxemburgo, país anfitrión, interpretó la canción ganadora de ese año. Su canción, hay que reconocerlo, no es mala, pero no le llega a los tobillos a "Eres tú" de Mocedades. De hecho "Eres tú" fue todo un número uno a nivel mundial, lo que no consiguió la canción que quedó primera, llegando a vender un millón de discos en Estados Unidos, ¡cantando en español!
Edurne ha quedado vigésimo primera de veintisiete "competidores". ¿Decepción?, para nada. Dejando de lado falsas esperanzas era lo propio y previsible, como lleva sucediendo tanto tiempo.
José María Íñigo siguiendo la estela de Uribarri y prudente como él, llegó a realizar alguna "predicción" en las votaciones que por supuesto acertó, por lo menos en la parte que vi del Festival.
En fin, hay cosas que no dan más de sí, y el Festival de Eurovisión es una de ellas, a pesar de nuestras esperanzas y deseos.
Por Pólux.
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