La oscuridad se cierne como un espeso manto cada noche sobre la atalaya. Los miedos y demonios aparecen por doquier, y la atalaya me proporciona refugio y alivio. Pero el miedo es como el humo, se filtra por cada grieta, por cada poro, y coloniza cada rincón de mi interior.
A la mañana, el espeso manto se levanta, como un acto mágico, y los miedos y demonios se van con él, no sé a dónde, pero sé que no muy lejos, pues volverán.
¿Qué tiene la noche que trastoca el espíritu y hace ver lo que es invisible a la luz del día?, ¿por qué los miedos de la noche viven de la negrura?
A pesar de todo la noche es mágica, única, y si se aprende a disfrutar de ella es adictiva.
Si pudiera desprenderme de estos miedos que se alimentan de la negrura...
Por Pólux.
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