A veces resulta obsesionante la idea de que las ideas, nuestro pensamiento, está mediatizado, influido y modelado por el lenguaje hasta el extremo de que no pueda emerger como lo hace sin él. Pensamiento y lenguaje parecen ser dos formas de expresión de una misma mente y sus contenidos: los pensamientos, las sensaciones, las emociones, los deseos, los anhelos...
El concepto de la contradicción, por ejemplo, parece ser una construcción de nuestra mente, pues en la realidad la contradicción no puede existir, pues implica un conflicto que no se da, lo que existe es lo contrario de algo, lo opuesto a ello. Y ¿por qué podemos pensar en la contradicción? Porque podemos hablar de ella.
Pero el pensamiento, si bien está sometido al lenguaje, no se reduce a él. Muchos filósofos y lingüistas han tratado el tema con profundidad y nos han mostrado ese sometimiento, una coexistencia que a veces resulta obsesionante, y ello porque nos muestra, como así también lo hace la psicología, lo ajenos que solemos estar de nosotros mismos. Tenemos ojos con los que podemos ver todo lo existente salvo a nosotros mismos, tenemos una mente con la que comprender el mundo pero que no se comprende a sí misma. Sin duda obsesionante.
Por Pólux.
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