Cada vez es mayor nuestra dependencia de la tecnología y en especial de la digital. Las comunicaciones dependen totalmente de ella. Lo analógico dejó paso a lo digital: la televisión, la telefonía, el ocio, el trabajo, etc.
La tecnología nos hace progresar a costa de la dependencia de ella. Algo así como nos pasa con la economía. Da miedo pensar en lo que sucedería si ocurriera un parón digital. El mundo prácticamente se pararía. Bueno, no seamos egocéntricos, al menos se pararía el mundo desarrollado. Riesgos de crecer tan rápido.
Pero el desarrollo es imparable, nadie va a renunciar a él. Al menos hemos de asumir conscientemente los riesgos de ese progreso, aunque como en otras tantas cosas vivimos de espaldas a esa posibilidad.
En fin, nuestra felicidad suele ir de la mano de la falta de consciencia sobre los riesgos que corremos, una actitud, por otro lado, de lo más humana.
La tecnología nos hace progresar a costa de la dependencia de ella. Algo así como nos pasa con la economía. Da miedo pensar en lo que sucedería si ocurriera un parón digital. El mundo prácticamente se pararía. Bueno, no seamos egocéntricos, al menos se pararía el mundo desarrollado. Riesgos de crecer tan rápido.
Pero el desarrollo es imparable, nadie va a renunciar a él. Al menos hemos de asumir conscientemente los riesgos de ese progreso, aunque como en otras tantas cosas vivimos de espaldas a esa posibilidad.
En fin, nuestra felicidad suele ir de la mano de la falta de consciencia sobre los riesgos que corremos, una actitud, por otro lado, de lo más humana.
Por Cástor y Pólux.
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