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domingo, 19 de enero de 2014

IDIOSINCRASIA Y RELATIVISMO CULTURAL, POR ADOLFO, UN LECTOR DE OBTENTALIA.

IDIOSINCRASIA Y RELATIVISMO CULTURAL.
(Adolfo, un lector de Obtentalia, 19 de enero de 2014.)


 Hola Cástor y Pólux. Por fin me he atrevido a enviaros un “informe”, por llamarlo de alguna manera, sobre cosas que me han llamado la atención de un trabajo que tuve que realizar, el examen de expedientes de nacionalidad por residencia y la elaboración de un informe previo de concesión o denegación de esa nacionalidad. Pero antes me gustaría hacer una pequeña introducción.

La relatividad cultural es una realidad bien estudiada. Cualquiera que haya viajado, leído o estudiado habrá advertido que los valores que rigen una cultura no son equiparables a los de otra, es más, los distintos orígenes y fundamentos de esos valores hacen imposible calificarlas conforme a algún criterio común, es decir, no podemos decir si alguna es mejor o peor que otra, tan sólo que son diferentes. Incluso dentro de las mismas culturas y sociedades se da este relativismo.

Por supuesto que pueden medirse aspectos concretos de una sociedad y compararse, como el paro, la tasas de delincuencia, el número de asesinatos, el número de nacimientos, las preferencias de moda, el número y alcance de las leyes restrictivas, etc., pero la comparación de esas estadísticas sólo nos hablarán de aspectos muy concretos, y en nada limitarán o acotarán el relativismo cultural.

Los datos que voy a aportar están basados en un número pequeño de datos respecto del total (unos 450 o 500 expedientes frente a miles), por lo que el sesgo introducido puede ser importante.

Digo todo esto porque quiero situar los datos a los que me referiré en su justa medida, y que nadie saque consecuencias más allá de lo que verdaderamente quiero decir. Voy a dar determinados datos culturales y sociales basados en datos que claramente introducen sesgos que creo no los invalidan, sólo hay que entenderlos en la medida en que son recopilados. No ponen en duda mentalidades o culturas, ni las tachan de determinados defectos, tan sólo creo que explicitan comportamientos culturales o sociales propios o comunes de algunos países. Cosa distinta es que cada lector compare con su mentalidad y cultura esos hechos y le parezcan reprobables, pero no soy yo ni los datos quienes producen tal reprobación, sino la interpretación de cada cual.

Hace algún tiempo, y por cuestiones laborales, estuve en contacto con expedientes de naturalización tramitados por el Registro Civil, dependientes por tanto del Ministerio de Justicia, en particular con las solicitudes de nacionalidad española por razón de residencia (el requisito para obtenerla es haber vivido ininterrumpida y legalmente en España un determinado número de años ), pues hay otros motivos, que no vienen al caso, para solicitar esa nacionalidad. Esos expedientes tiene material sensible, como datos y documentos privados, entrevistas personales, datos fiscales, contratos de trabajo, informes policiales, certificados de antecedentes penales, etc. Para la concesión de la nacionalidad se siguen unos criterios objetivos y otros subjetivos. En cuanto a los criterios subjetivos voy a referirme a los dos más importantes, la integración en la sociedad española y la conducta cívica del solicitante.

La integración la aprecia el Juez instructor del expediente, básicamente con una entrevista personal con el solicitante. Así determina si habla español, y conoce las costumbres, las instituciones y los valores democráticos y sociales de este país.

La conducta cívica la aprecia el “preparador” del expediente, encargado de ver toda la documentación aportada y elaborar una propuesta previa de concesión o denegación de la nacionalidad en base a los referidos criterios objetivos y subjetivos, que posteriormente será elevada a la Dirección General encargada de la concesión o denegación definitivas. El procedimiento es en realidad algo más complejo, pero lo simplifico en aras a la claridad y comprensión. La apreciación de la conducta cívica se basa en los informes de antecedentes policiales, del registro de penados y rebeldes y de antecedentes penales del país origen, y depende de la gravedad de los delitos imputados o cometidos y de las sentencias condenatorias.

La gran mayoría de solicitantes de nacionalidad española por residencia provienen de ciudadanos sudamericanos, especialmente Colombia, Ecuador, Venezuela y República Dominicana. Creo que son dos las razones fundamentales para ello: que el requisito de tiempo de residencia es menor (2 años frente a los 10 años de la norma general), y que los lazos culturales y de lenguaje facilitan su integración.

En cuanto a la integración, lógicamente, no suelen tener problemas, pero en cuanto a la conducta cívica son los que más antecedentes policiales y condenas tienen por violencia y maltrato en el ámbito familiar. Hay que tomar con cuidado este dato, pues al ser la mayoría de los expedientes de ciudadanos sudamericanos es normal que sean también la mayoría en todo tipo de delitos. Pero tampoco es así totalmente, pues los delitos por violencia y maltrato en el ámbito familiar son prácticamente exclusivos de estos ciudadanos. Aunque menos, también habrían de aparecen en ciudadanos de otras nacionalidades, pero prácticamente no es así. Por detrás de ese tipo de delitos está el tráfico de drogas, el robo y la estafa. Hay que aclarar que la mayoría de los expedientes no tienen antecedentes policiales ni judiciales, nos hemos referido sólo a los que los tienen.

El segundo colectivo que más solicita la nacionalidad española es el marroquí. El problema más importante que presenta este colectivo para obtener la nacionalidad española es la integración en nuestra sociedad. También esto parece evidente, pues están más alejados de nuestra cultura que los sudamericanos. Pero hay algo que ha llamado mi atención: si el tiempo de residencia requerido para los marroquíes es de 10 años, teniendo en cuenta que las preguntas que suelen hacer el Juez instructor para determinar el grado de integración podríamos definirlas como de cultura general muy básica (del tipo quien es el Presidente del gobierno o el Presidente de su Comunidad Autónoma, el nombre de algún río de la comunidad donde vive, el nombre de algún personaje famoso o el sistema de gobierno), ¿cómo hay un índice tan algo de falta de integración?, ¿en 10 años no han aprendido cosas tan básicas?, ¿ni siquiera las han aprendido para la entrevista que es de su propio interés? Parecen ser los marroquíes más cerrados con sus propias costumbres y menos abiertos a las ajenas. Tras la falta de integración su mayor problema para obtener la nacionalidad son los delitos por tráfico de drogas.

Pienso que, independientemente del sesgo al que evidentemente están sujetos los datos de los que he hablado, los comportamientos generales de determinadas nacionalidades o sociedades (en este caso sudamericanos y marroquíes) se deben principalmente a condiciones sociales y culturales. De los datos que he dado no deduzco que los sudamericanos peguen con más frecuencia a sus mujeres o que los marroquíes sean poco sociables fuera de sus fronteras, sino que la cultura y sociedad sudamericana, y me refiero exclusivamente a los países antes citados, propician o no castigan debidamente determinados comportamientos violentos (como estaba hace algunos años España), y que la cultura y la sociedad marroquí tiende a cerrarse sobre sí misma.

Los demás ciudadanos que solicitan la nacionalidad, originarios de distintos países (Europa y África principalmente), tomados en su conjunto no se definen por ninguna tendencia en cuanto a la integración o la conducta cívica.

Esto no es ni mucho menos un estudio riguroso, sino más bien conclusiones que avalan y reafirman el relativismo cultural, sin entrar a juzgar comportamientos

Espero que pueda ser de vuestro interés todo eso, y si lo creéis oportuno tal vez podríais publicarlo. He dudado si enviároslo o no, pues aún tengo cierto temor a que se malinterpreten los datos que doy, por eso su publicación la dejo a vuestro mejor criterio.


Un saludo, y a ver si algún día me lleváis a vuestra atalaya.

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