La foto de hoy de nuestro blog quiere ilustrar el camino que recorremos en la vida, el camino de la felicidad y de la tristeza, el camino de la ilusión y del cansancio, el camino libre e impuesto. ¿En qué medida depende ese camino de nosotros mismos?
¿Creéis que somos los dueños de nuestras vidas, que
decidimos y marcamos los límites del camino que queremos recorrer?, ¿o creéis
que nuestras vidas son como hojas que caen en el torrente de un río a las que
sólo les queda dejarse llevar por la corriente?
No se trata, creemos, de que la vida sea de una u otra
manera, se trata de si podemos modificar en algo nuestro carácter para hacer aquello
que habitualmente no podemos. Cada persona es un mundo y la situación de cada una
es perfectamente legítima para actuar como lo hace. Lo que no creemos tan
legítimo es aplicar lo que uno cree o hace, a lo que cree o hace otro, es
decir, quien siente que maneja su vida porque toma decisiones que cambian su
rumbo, no tiene ningún derecho a menospreciar la vida de quien su carácter le
impide tomar ese mismo tipo de decisiones. A lo que ellos nos podrán decir que quien
no cambia las cosas es porque no sabe o no quiere, porque poder hacerse se
puede. Y no les falta razón, pero en última instancia acabamos discutiendo si
es posible cambiar o no, modificar en algo o no el carácter. Nosotros
simplemente creemos que algunas personas tienen la facultad de hacerlo y otras
no, no porque sea imposible, pues quienes lo hacen demuestran que sí lo es, sino porque
algo en su carácter se lo impide, lo que es lo mismo que decir que no pueden
hacerlo. Ambas posiciones son legítimas y en el fondo nadie tiene culpa de ser
como es.
Por Cástor y Pólux.
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