No me mires así. ¿Qué pretendes?, ¿intimidarme?, ¿acaso descubrir algo aquí dentro?
Nuestros ojos, nuestra mirada, nos delata más de lo que quisiéramos, al igual que lo hace nuestro semblante, la expresión de nuestro rostro. Debiéramos aprender a controlarlo mejor, pues la información que damos sin quererlo o la que descubre algo íntimo nos hace vulnerables, y no digamos ya mostrar las emociones cuando no es lo que queremos.
La psicología tiene recursos, pero rara vez recurrimos a ellos. No me refiero al control de las emociones, por referirme a algo, sino al control de los aspectos físicos que denotan emoción y que son los que perciben los demás. Ejemplos de lo que quiero decir pueden ser mostrarse tranquilo y sereno cuando se está nervioso, o aparentar indiferencia cuando alguien dice algo para crisparnos y lo consigue.
Las relaciones personales no siempre son amigables y convendría estar preparado dado el caso, porque muchas veces cuestiones con cierta transcendencia la deciden pequeños matices de los que no solemos ser conscientes, como saber mostrar u ocultar, según el caso, lo que más nos interesa en determinado momento.
Por Pólux.
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