Y dale que dale a la trompetilla, y dale que dale a la manivela. Dale que dale, a tensar la cuerda...
Ese es el juego de nuestros políticos, porque lo que hacen no es nada serio que no pueda llamarse juego. Yo sólo veo intereses particulares y partidistas, los de su juego. Si el otro hace no se qué yo haré lo otro, pero si el otro no hace ese no sé qué yo no haré eso otro. No, hazlo tú antes, que para eso eres más chico. No, no, no..., es lo único que parecen saber decir los políticos. No a lo razonable de ponerse de acuerdo, no a llegar a consensos que permitan un gobierno, no a doblegar los interese particulares frente a los generales, no al diálogo, no a todo.
Y encima va a ser verdad ese refrán de que tenemos lo que nos merecemos.
La vergüenza de nuestros políticos es nuestra propia vergüenza. Eso es lo que hay. Que sigan con su juego, algún día la historia les juzgará como se merecen. Pero eso no les importa, pues su interés es el inmediato y no estarán ya aquí cuando la historia les juzgue.
Por Pólux.
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