La fe es un acto de voluntad. Tengo fe en algo porque quiero creer en ello. Esa explicación es algo que se me aparece muy claro, aunque no por ello he de tener la razón, pero el hecho de que se me presente tan claro refuerza mi confianza en que no me equivoco.
El por qué ejercemos la voluntad, en el acto de la fe, es ya una cuestión posterior. Queremos creer en algo que nos parece bondadoso y merece nuestra confianza, de ahí nuestra voluntad de querer. Visto así, la fe es un acto íntimo que parte de nosotros como sujetos hacia el objeto de la fe.
Hablo de fe en cualquier cosa, pero por supuesto lo que pienso es aplicable también a la fe en Dios, característica común a tantas religiones.
La teología explica sin embargo la fe como un don de Dios. En este caso Dios es el sujeto de una fe dirigida hacia nosotros como objeto de esa fe. ¿Por qué este planteamiento tan distinto?
Mañana explicaré mi idea de por qué esa distinta forma de entender la fe, pero antes me gustaría que reflexionáramos sobre ese por qué. Tal vez tengáis mejores ideas que las mías y quisierais compartirlas.
Por Pólux.
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