Tener cerca a alguien positivo es un regalo que no tiene precio. Es un ejemplo constante, un aprendizaje sobre cómo afrontar los problemas e inconvenientes, sean pequeños o abrumadores, pero también sobre los aspectos favorables que a veces no sabemos apreciar y valorar.
Tener cerca a alguien que te aprecia de verdad tampoco tiene precio. Las muestras de aprecio ayudan a la autovaloración positiva y aumentan la propia capacidad de apreciar a los demás.
Tener cerca a alguien paciente es una suerte que no tiene precio. Si se deja contagiar la paciencia, se aprende el valor negativo de la impaciencia y con ello la posibilidad de superarla.
Tener cerca a alguien capaz de decirte la verdad para ayudarte a ver, tampoco tiene precio. No hay más ciego que el que no quiere ver. Y de esa ceguera prácticamente es imposible salir por uno mismo.
Pero tener cerca a alguien a la vez positivo, que te aprecia, paciente y capaz de decirte la verdad para ayudarte, parece un imposible. Por eso no voy a decir que a mí me sucede, pues nadie me creería. Pero yo sé que mi realidad imposible sí que no tiene precio. Como siempre he pensado, soy una persona afortunada.
Por Pólux.
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