Y llegamos al último día del mes de enero con un pequeño cambio de colorido en nuestro blog. Ya hemos pasado una doceava parte del año. La Tierra continúa recorriendo su órbita alrededor del Sol camino del equinoccio de primavera. Si os habéis fijado veréis que los días van ya poco a poco siendo más largos.
¡Cuánto echamos de menos el verano de nuestra atalaya en tierras onubenses, frente al mar y bajo ese radiante sol! ¡Ay!, esos atardeceres con el sol bullendo sobre el mar y volviéndolo incandescente. Como la fotografía de hoy (de nuestro colaborador Carlos García), que no sólo recoge las sensaciones que intento explicar, sino que hasta es fiel al lugar del que hablo, la costa onubense con sus interminables playas.
Cielo, tierra y mar. Sí, la tierra de Platero, aquél que era "...pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón..." Contaba también Juan Ramón Jiménez en su pequeño librito "Platero me lleva, contento, ágil, dispuesto. Se dijera que no le peso. Subimos, como si fuésemos cuesta abajo, a la colina. A lo lejos, una cinta de mar, brillante, incolora, vibra, entre los últimos pinos, en un aspecto de paisaje isleño."
¡Cuántas veces, viendo esa misma cinta de mar, entre los pinos, brillante e incolora a lo lejos, me he identificado con las estampas que describe nuestro poeta! ¡Cómo podría no hacerlo! Pero mi individualidad se desliga del poeta en las fotografías como la de hoy de nuestro blog, únicas e indescriptibles. La fotografía de hoy es como la poesía, ha de observarse y sentirse, sin intentar explicarla, porque la emoción más profunda es inefable, y la imagen, como la palabra, es, en este caso, el giro imposible de lo que de ninguna otra forma puede expresarse.
¡Ay, esta tierra de Huelva!, que sobrevive perdida en una esquina del mapa. Dejadla olvidada, sólo para el poeta, sólo para mí, sólo para sentirla.
Por Pólux.
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