"Sí, ando un poco doblado, tengo un hombro más alto que otro y, lo que es peor, pues es más evidente, tengo la nariz torcida. A primera vista nada de ello se nota mucho, pero un vistazo más detenido lo evidencia sin lugar a dudas. Yo creía que era perfecto, que podía hasta tener cierto encanto, pero la realidad del espejo no me deja hacerme ilusiones.
Luego que si la hernia discal, la tensión, los triglicéridos malditos, la próstata... Una especie de complot se cernía sobre mí, sin que yo acabara de comprender su verdadera magnitud. Un día alguien me miró a los ojos y me mostró la cruda realidad, la razón de todos mis males. Me dijo: "Lo que te pasa se llama edad. Cuando pasas determinado número todo se vuelve contra ti de forma irremediable. Ya dejas de sumar para restar. Sólo te queda enfermedad y deterioro". Más que decirme la verdad pareciera querer hundirme con ella.
"Menudo panorama", me dije. Ya todo el mundo te dice que tienes que cuidarte. Pero ¿qué es cuidarte? El cuidado es sinónimo de sacrificio. No hagas esto, no comas lo otro..., negaciones constantes.
¡Cuánta complicación, por Dios!, así que he decidido no negarme, no cuidarme y sobre todo, no mirarme en el espejo. Ojos que no ven, corazón que no siente."
Por Cástor y Pólux.
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