Tendemos a decirle a los demás lo que no nos gusta de ellos. En el fondo tendemos a no respetar sus decisiones y a intentar influirles a nuestro favor. Y ¿qué más da que alguien haga algo que no nos gusta? Es normal, hará lo que él piense que tiene que hacer, y si ha de conformar a alguien con su decisión será y debe ser a sí mismo. ¿Tan difícil es eso de entender?
Al decirle a otro que su decisión no nos ha gustado en realidad lo que pretendemos es influirle en su decisión dejándole claro nuestra postura.
Sólo tenemos derecho a intervenir cuando nos afecta de alguna manera la decisión de otro, y aún así estamos en nuestro derecho de no hacerlo por respeto o de hacerlo, pero con respeto, porque en cualquier caso las decisiones que tomamos son, siempre que no procuren el mal ajeno, legítimas.
Por Cástor y Pólux.
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