Y volvimos a nuestra atalaya, después de aquél espasmo emocional que nos sobrevino de improviso. Todas las aguas acaban volviendo a su cauce. Retomamos nuestra búsqueda, pero ¿qué búsqueda?. Como decía Orfeo en una de sus canciones estrenadas en Obtentalia, "buscando voy la verdad que no hay" (la letra decía exactamente "Tras de ti buscando voy, tras de ti, la verdad que no hay", y la canción se llama "Buscando" -pulsar para enlazar-). Es una idea cuya contradicción interna expresa un sentimiento en nada contradictorio.
La inquietud y el tesón de nuestra especie nos han llevado a donde estamos ahora. Es esa la esencia del progreso científico y tecnológico, el reto de conseguir lo que a priori no es posible. Tal vez ahora se entienda algo mejor lo anterior de buscando voy la verdad que no hay. ¿Acaso hace algo más de medio siglo no parecía algo imposible llegar a la Luna? ¿O no parecía menos imposible volar hace algunos siglos? Y no digamos de la manipulación genética, la curación de enfermedades o el conocimiento y uso de la estructura atómica, sólo por citar algunos logros.
Se trata de tener una visión e ir a por ella. Sí, esa es una de las grandezas del ser humano, capaz, por otro lado, de la mayor grandeza y de la mayor miseria.
Todos tenemos la posibilidad de tener nuestra propia visión y luchar por ella. Es cuestión de saber lo que queremos y de lo que estamos dispuestos a hacer para conseguirlo. Pero tan lícito es ir a por ello como no ir. Cada uno debe tener sus razones, pero eso, unas razones, y no hacer las cosas sin pensarlas, por dejadez, o por que sí. Aunque al final, esto último puede acabar convirtiéndose en una razón más.
Por Cástor y Pólux.
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