Ya estamos en Mayo. El día la madre, el mes de las flores, primavera en todo su esplendor...
Acá, en la atalaya, el entorno muestra con fuerza el inicio de este mes, llenando de brotes árboles y arbustos, llenándolos de flores y revitalizando como si de un milagro se tratara todo tipo de insectos.
Ese bello trastorno paisajístico nos alcanza a todos. Ya lo dice el refrán, "la primavera la sangre altera", y con la sangre el propio sentir y pensar, que al fin y al cabo son expresión de esa misma sangre.
El pensamiento alterado y enajenado adquiere su máxima expresión acá en la atalaya, donde cada idea, por descabellada que parezca, cobra un sentido especial, el de poder ser pensada sin cordura, como si la realidad no impusiera su ley restrictiva, la de lo posible, sólo lo posible. Acá todo cobra ese sentido especial, todo puede ser pensado o imaginado. Luego, la realidad se impone indefectiblemente, pero ya el poso de lo imposible y lo irreal ha generado una nueva idea, nacida de donde no podía ser, quedando hasta ahora siempre huérfana de realidad y perdida en la locura. Pero es tal el ansia de vislumbrar alguna luz en el conocimiento del mundo, que una y otra vez repito el proceso de generar esas ideas imposibles, en la descabellada esperanza de obtener una, sólo una que, lejos de la locura, sea genial y lleve el sello del conocimiento. Porque en eso consiste la genialidad, en una locura que torna cordura, o mejor dicho, en una cordura que nació del mismo sinsentido que la locura.
El camino habitual ya está trillado, lo conocemos y sabemos donde nos lleva. Para descubrir algo nuevo sólo cabe experimentar con la locura y la sinrazón del pensamiento. ¿Es esa también la esencia de la inspiración y el arte? Mucho de común hay en todo ello.
Por Pólux.
No hay comentarios :
Publicar un comentario