Estos días nos hemos enfrentado a la capacidad de tomar decisiones por parte de Unión Europea, en este caso en relación a la mal llamada inmigración ilegal, que viene "asaltando" los países del sur de la Unión Europea, en especial España, Italia y Grecia.
Cualquiera que atraviese las fronteras de un país sin tener en cuenta lo requerimientos legales del país destino es considerado un inmigrante ilegal. Pero a lo largo de la historia hemos asistido a muchos casos de refugiados políticos o refugiados de guerra a los que no se les llama inmigrantes ilegales (aún no cumpliendo los requerimientos legales), pues hay una especial sensibilidad hacia sus causas particulares. ¿Y acaso muchos de los inmigrantes ilegales actuales no huyen de los horrores de las guerras de sus países de origen?
Lo que determina la condición de inmigrantes ilegales a los actuales africanos que se juegan la vida en su viaje hasta Europa, no es el detalle de que tengan o no papeles (¿cómo van a tenerlo la mayoría?) sino la dramática y desesperada huida del desastre (guerra, pobreza extrema) de sus países. Esa es la realidad de ellos. Otra cosa es nuestra realidad, la de Europa, que frente a un drama humanitario vuelve a cerrar los ojos.
Estos inmigrantes son tratados como una enfermedad, como sucedió con el ébola. La lucha más intensa fue la de evitar que el ébola infestara nuestros países, como lo es ahora con vallas y barcos para los inmigrantes. Luego la actuación se centró en los países infectados, de forma que allí se controlara el flujo de personas para evitar que la infección llegara a nuestras fronteras. Es justo el tipo de acuerdo al que la Unión Europea ha llegado en la reunión de la semana pasada de Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno. Ahora la existencia del ébola está olvidada por que no nos afectan los casos aún existentes en muchos países, en los que sigue siendo una pandemia. Ojos que no ven, corazón que no siente. Y a ese fin es al que tiene Europa en su lucha con la inmigración, retenerla en las fronteras de origen llegando a acuerdos con los países implicados (dando dinero a gobiernos en muchos casos ineficaces e incapaces).
Toda situación tiene, al menos, dos lados desde los que apreciarse, y suele depender de nuestro interés el que lo hagamos desde uno u otro. Pero adormecer la conciencia con el olvido es una manipulación a la que no nos debiéramos prestar.
Pero nuestros políticos se tienen bien aprendido el guión y sabrán como hacerlo, aunque ya empezaron el otro día, en la señalada reunión de Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno, cuando mantuvieron, con el gesto serio y preocupado, un minutito de silencio, muy efectista pero nada efectivo.
Os recomiendo la lectura del artículo "El Mediterráneo queda muy lejos de Bruselas", que trata este tema de forma interesante y clara.
Por Pólux.
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