
Cualquiera que atraviese las fronteras de un país sin tener en cuenta lo requerimientos legales del país destino es considerado un inmigrante ilegal. Pero a lo largo de la historia hemos asistido a muchos casos de refugiados políticos o refugiados de guerra a los que no se les llama inmigrantes ilegales (aún no cumpliendo los requerimientos legales), pues hay una especial sensibilidad hacia sus causas particulares. ¿Y acaso muchos de los inmigrantes ilegales actuales no huyen de los horrores de las guerras de sus países de origen?
Lo que determina la condición de inmigrantes ilegales a los actuales africanos que se juegan la vida en su viaje hasta Europa, no es el detalle de que tengan o no papeles (¿cómo van a tenerlo la mayoría?) sino la dramática y desesperada huida del desastre (guerra, pobreza extrema) de sus países. Esa es la realidad de ellos. Otra cosa es nuestra realidad, la de Europa, que frente a un drama humanitario vuelve a cerrar los ojos.

Toda situación tiene, al menos, dos lados desde los que apreciarse, y suele depender de nuestro interés el que lo hagamos desde uno u otro. Pero adormecer la conciencia con el olvido es una manipulación a la que no nos debiéramos prestar.
Pero nuestros políticos se tienen bien aprendido el guión y sabrán como hacerlo, aunque ya empezaron el otro día, en la señalada reunión de Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno, cuando mantuvieron, con el gesto serio y preocupado, un minutito de silencio, muy efectista pero nada efectivo.
Os recomiendo la lectura del artículo "El Mediterráneo queda muy lejos de Bruselas", que trata este tema de forma interesante y clara.
Por Pólux.
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