Ayer fue el cumpleaños de nuestra querida colaboradora Helena de Troya, y por diversos motivos no pudimos felicitarla, pero lo hacemos hoy.
Y le regalamos este ramos de flores, además de todo nuestro cariño. Un beso muy grande, Helena de Troya.
¡¡ FELICIDADES, HELENA DE TROYA, QUE CUMPLAS MUCHOS MÁS!!.
De qué distinta forma se percibe el paso del tiempo, desde la subjetividad de uno mismo y desde la objetividad de los demás.
Difícilmente percibimos el paso del tiempo en nosotros mismos, nos sentimos iguales, los mismos de siempre y apenas notamos cambios exteriores. Pero cuando miramos a los demás la cosa cambia, ellos sí parecen envejecer. En parte creemos que ello se debe a que nosotros nos observamos día tras día y apenas apreciamos los cambios, lo que no sucede con los demás, pero sobre todo creemos que se debe a una percepción totalmente subjetiva. No nos vemos igual a nosotros que a los demás, simplemente porque somos nosotros, cada uno y no los demás. Es una especie de ley que simplemente se cumple, y que podríamos enunciar como "yo soy único y uno, un continuo, los demás son la suma de las partes que de ellos percibo y por tanto discontinuos". Nos vemos de forma unitaria y continua, nos percibimos integralmente como una unidad que no cambia, sentimos que somos los mismos de siempre.
Sin embargo la percepción de los demás es fragmentada, parcial. Es una visión radicalmente distinta que nos lleva a una aprehensión distinta, la de que cambian de forma distinta a nosotros mismos. Así funciona nuestra mente, que se percibe a sí misma de forma distinta a lo que es exterior a ella.
Pero no sabemos que tiene Helena de Troya que es la excepción a esa ley que hemos expresado. ¡Ay Helena, Helena!, ¿no será que nos nublas la razón con tus encantos?
- No sé tú, Cástor, pero yo he de confesarlo, me crujen los huesos cuando Helena de Troya pasa por delante mía. Cualquier día me pregunta qué es ese ruido. Y a ver qué le contesto.
Por Cástor y Pólux.
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