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sábado, 29 de septiembre de 2012

INTRODUCCIÓN. FIN DE SEMANA Y LLUVIA EN NUESTRA ATALAYA.

  Por fin estamos en el fin de semana. Parecía que nunca iba a llegar. Hoy os presentamos un artículo de Pólux titulado "La familia, pero ¿qué familia?". Da su visión sobre la familia tradicional y la familia formada por padres homosexuales o solteros, desde el punto de vista del desarrollo educacional, emocional y psicológico de los hijos. Lo  podréis leer tras esta introducción y en su página "El comentario de Pólux".

  El tiempo ha cambiado drásticamente, como habitualmente suele hacerlo en estos lares del sur. Un día tenemos un sol caluroso y ardiente y al siguiente llueve y baja la temperatura como si estuviésemos en otro país, un día nos estamos bañando en la playa y al siguiente vamos con paraguas y rebeca. Aunque en verdad hay que reconocer que el invierno es muy benigno por estas latitudes. Parece que pocos días quedarán como el de la fotografía de hoy de nuestro blog, aunque la experiencia de otros años nos dice que aún repuntará algo el buen tiempo.

  Nos hemos mojado en nuestra atalaya, pues se ha calado algo con la lluvia. Está preparada para el calor del verano y no para la lluvia. Así que tendremos que plantearnos buscar un nuevo lugar para el invierno. Será el primer invierno que pasemos en la atalaya. Si queréis hacernos algún comentario al respecto o darnos algún consejo, será bienvenido por nuestra parte.

  Hace frío aquí arriba. Nos hemos echado una manta sobre los hombros para ver amanecer.¡Qué espectáculo el amanecer! Por más que lo veamos todos los días no deja de sorprendernos. Pronto el día estará abierto, y cuando leáis esto, seguramente, el tren ya irá a todo gas por la vida. Un día más (como diría la canción José Luis Perales).

  Buen fin de semana a todos. Y ya sabéis, daos una vuelta por los recovecos de este blog durante el fin de semana y seguro que encontraréis algo que os interese, son ya bastantes los contenidos que hemos acumulado en estos meses de vida.

Por Cástor y Pólux.

ARTÍCULO. "LA FAMILIA, PERO ¿QUÉ FAMILIA?", por Pólux.

LA FAMILIA, PERO ¿QUÉ FAMILIA?

Por Pólux (29-09-2012)

La familia es cuna de relaciones especiales, de cercanía, cariño, amor, ayuda, etc., de formación y de deformación infantil. La familia es la base, la célula indivisible de nuestra sociedad. Es además en la familia donde se han desarrollado fundamentalmente nuestras capacidades psicológicas y sociales. Pero la familia no es la única forma de organizarse la sociedad. Ahora bien, en la nuestra el lazo familiar es tan importante que una mala educación familiar puede producir verdaderos estragos. A edades muy tempranas la falta de cariño, el estrés, el abandono, el chantaje emocional y otras muchas técnicas que utilizan padres problemáticos hacen infelices a sus hijos, y en muchos casos de por vida. Eso es algo que hace tiempo que la psicología advirtió y probó. ¡Qué fácil es hacer a un hijo infeliz!

Determinadas formas de pensar han hecho de la familia su piedra angular, como por ejemplo el cristianismo. De hecho se ha apropiado de tal forma de esa célula social que cualquier manifestación sociológica que implique un cambio en la familia la sienten como un ataque frontal a la propia religión. No hay más que ver los casos recientes de matrimonios homosexuales o familias monoparentales. El que la religión no acepte esas variantes no significa que civilmente no puedan serlo. Parecía que el mundo se iba a acabar cuando se establecieron los matrimonios homosexuales. ¿Ha pasado algo? Nada.

De hecho estoy convencido de que habrá padres homosexuales que educarán a sus hijos en el conocimiento y la responsabilidad hacia la vida, facilitándoles ser felices, igual que hay padres así en, llamémosla así para diferenciarla, la familia tradicional. Pero atacar a los padres homosexuales porque no podrán educar bien a sus hijos, porque carecerán de la figura paterna y materna tan importantes como referencia psicológica para el crecimiento del niño, creo que es una falacia. ¿Por qué no hablamos de tantas familias, con padres y madres, que han desestructurado la mente de tantos niños inocentes? ¿Es que todo se reduce a que los homosexuales no pueden representar realmente las figuras tradicionales paterna y materna? La educación de los hijos es mucho más, y ni siquiera sabemos si un cambio en la estructura emotivo-psicológica de los referentes familiares sería un inconveniente o un acierto para el desarrollo infantil.

Lo primero que necesita un hijo es cariño, mucho cariño, y hay perros que lo hacen mejor que los padres. Después necesita ayuda para crecer, desarrollarse y aprender a vivir, y eso se lo pueden dar personas humanas, homosexuales o no. Y hay padres que son un desastre, un peligro para sus hijos, ¡pero por lo menos no son homosexuales!. Aquí no hay carnet que valga, cualquiera sirve para ser padre, o para pegar a sus hijos, o maltratarlos, o hacerles infelices e incapaces de vivir una vida plena. Pero da igual, por lo visto si eso lo hace un homosexual, o un soltero es mucho peor, porque les falta "entidad psicológica" para ser padre. Pero al padre que hace daño, al tarado que se desahoga con su hijo, incapaz de dar amor y ayuda, si pertenece a la familia tradicional, se le supone capacitado para tener y educar un hijo. Qué vergüenza siento de esos padres incapaces de anteponer sus hijos a sus problemas, que prefieren hacerles daño antes que dar su brazo a torcer. Son ciegos para ver lo que no quieren ver.

Helena de Troya escribió un artículo que hablaba sobre esto, sobre la prepotencia y la falta de respeto que pueden llegar a tener los padres con los hijos, convirtiéndose éstos muchas veces en el desahogo de sus progenitores. Porque ese es el nombre de esos padres, progenitores, ya que es lo único que han hecho por sus hijos, tenerlos. Flaco favor fue ése.

Las necesidades emocionales de los hijos han de ser atendidas, y la capacitación para ello tiene la doble vertiente que ya hemos apuntado antes, por un lado la capacidad de los padres de dar amor y ayuda, y por otro la estructura psicológica bajo la que el hijo va a recibir la ayuda, discutiéndose en este punto si la familia tradicional procura un escenario más eficiente y acorde con las necesidades de los hijos que las familias monoparentales o de padres del mismo sexo (no tradicionales). Sinceramente creo que por poco adecuado que pudiera ser el escenario del segundo caso (padres no tradicionales), lo cual sería más que discutible, más inadecuado es el escenario de malos tratos y falta de ayuda emocional, que puede darse en cualquier tipo de familia, tradicional o no. Por ello creo más importante el tener unos padres equilibrados, capaces y cariñosos que el hecho de que éstos sean o no homosexuales o solteros.

Si ahora me preguntan ¿y en igualdad de condiciones qué tipo de familia es la más adecuada?, les diría que en el aspecto humano y educacional la que más ayude a sus hijos, y en el aspecto psicológico la que se muestre más eficiente, pero sospecho que ambas pueden llegar a serlo igualmente.

Creo que los hijos se adaptarían perfectamente a cualquier tipo de estructura psicológica familiar que les hiciera crecer sanos, en libertad y capacitados emocionalmente. Que la familia tradicional les ha dado ese marco psicológico no vamos a ponerlo en duda, pero que ese tipo de familia sea la única capaz de aportarlo es ir muy lejos. Habrá que esperar y hacer estudios para saber la respuesta de los hijos a los distintos tipos de familia, pero no tiene sentido anular la validez de otros modelos sólo por que son distintos y atentan a lo establecido.

Todo cambio encuentra siempre resistencia, y creo que en el fondo es eso lo que sucede, junto al miedo que a perder su hegemonía tiene el sistema vigente avalado por el cristianismo aún imperante.

viernes, 28 de septiembre de 2012

INTRODUCCIÓN. CÓMO DECIR NADA.


Repasando viejos papeles nos encontramos el otro día con la correspondencia que mantuvimos hace ya años con un amigo (ya dejó de serlo pues le perdimos la pista) de quien nos admiraba su ininteligible forma de explicar cosas. Uno de los párrafos de una carta se expresaba literalmente así (no nos preguntéis qué quería decir):

“La ontogénesis fáctica de la estructura radical, en tanto que base operativa, responde a las exigencias avenidas con motivo de la polémica suscitada ente las diversas facciones teóricas que intentan responder, siempre con una apariencia de realidad o una realidad aparente, que de hecho es lo último que podemos asegurar con el conocimiento, a estas discrepancias en las que cada teoría intenta pragmatizar con evidente particularidad la situación real radical que intenta explicar”.

Bien podría tratarse del discurso de un político.

Por Cástor y Pólux.

jueves, 27 de septiembre de 2012

INTRODUCCIÓN. EL SESGO DEL ÁNIMO.


Así como el mar, siendo azul, muestra distintas tonalidades influido por el color del cielo, marino, gris, turquesa o plomizo, la vida adquiere distintas perspectivas según el ánimo bajo el que la vivamos. El cambiante ánimo nos hace transitar la vida como si de un vaivén se tratara, llevándonos en más de una ocasión a la zozobra. Por eso hemos de encontrar un sustento más adecuado a la hora de interpretar la vida, una objetividad que estabilice y sustente la forma de entender el mundo, de afrontar la vida.

Parece lícito que cada cual lo encuentre donde pueda o quiera siempre que ello no lesione derechos ajenos, aunque ese planteamiento nos pueda llevar a un cierto relativismo.

Ese apoyo, esa objetividad que sostenga el vaivén del ánimo, unos lo encuentran en la transcendencia, fuera de uno mismo, generalmente dándole categoría de absoluto (por ejemplo Dios), otros en aspectos inmanentes como la fuerza del carácter (fuerza interior) y otros en una relación, en una persona, en un proyecto … (transcendencia sin categoría de absoluto).

No es que el ánimo sea negativo en sí mismo, pero sus cambios incontrolados nos hacen depender demasiado de la visión sesgada de la realidad que nos suelen procurar. La estabilidad nos da mesura, la inestabilidad nos altera. Aunque en la realidad no existen las categorías, éstas sólo son formas bajo las que ordenamos los conceptos y que nos sirven para operar y entender lo que nos rodea. Es una imposición de nuestra mente.

Por Cástor y Pólux.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

INTRODUCCIÓN. SENTIMIENTO Y RAZÓN.

El sentimiento es tal vez la mayor expresión de libertad de la que somos capaces los seres humanos, en parte porque sucede en la capa más privada de nuestro interior, donde la censura de los demás no alcanza a ver, y en parte porque refleja elaboraciones mentales complejas indefinibles conscientemente, que le hacen escapar al menos en parte a nuestra propia censura, que es la más fácil de engañar de todas.

Un juicio de valor es la conclusión lógica de una operación mental, sujeta a estrictas normas. El sentimiento por el contrario se atiene a un impulso irracional. Somos animales racionales en toda su literalidad.

Insolente la razón que pretende entenderlo todo, que pretende serlo todo.

¿Por qué no podría ser la mente como el cielo despejado de la fotografía de hoy de la cabecera de nuestro blog? Ahí está, abierto, limpio, claro, bonancible, con ese azul celeste uniforme, impoluto. El cielo es ausencia de mente.

Palabras, palabras, palabras…

¿Qué sabemos? Tan poco…

Por Cástor y Pólux.

martes, 25 de septiembre de 2012

INTRODUCCIÓN. DESEO, CONFUSIÓN Y LUCHA.

  El anhelo de lo que no tenemos suele perdernos en la confusión. Por  más que lo que tengamos sea un privilegio seguimos deseando. A veces tenemos que pararnos en seco y recapacitar. Pero el cansancio y el deseo nos pueden, marcan erróneamente nuestras perspectivas y acabamos sumidos en el descontento y la apatía.

  Sobreponerse no es fácil, porque nada que cueste trabajo lo es. El conocer a alguien que se ha sobrepuesto a casi todo nos ayuda, nos indica el camino y la forma de hacerlo, aunque no lo facilita. La lucha siempre es interior y en solitario.

  Suponemos que cada día aprendemos algo nuevo, pero eso es mucho suponer. Caemos una y otra vez en los mismos fallos, sucumbimos una y otra vez a las mismas debilidades. ¿Qué aprendemos entonces? Aprendemos que hay cosas que no se aprenden. Pero no por ello vamos a tirar la toalla, eso lo último. En ocasiones, cuando ya no se confía, se obtienen frutos inesperados. La lucha nos puede dar la estabilidad que necesitamos, y la perseverancia aquéllo que no nos puede dar la lucha.

  Aprender a luchar por nosotros es una de las mejores formas de querernos.

Por Cástor y Pólux. 

lunes, 24 de septiembre de 2012

INTRODUCCIÓN. UNA LÁGRIMA.

  Se miró el rosto, impávida, ante el espejo. Su como siempre perfecto maquillaje lo cubría con la suavidad de una seda. Años haciéndolo obraron la maestría de saber aprovechar y destacar su belleza natural. Pero hoy no sólo quería cubrir su rostro, quería esconder su interior. Bajó la cabeza un instante para volver a mirarlo en el espejo. Se creyó segura, pero sólo lo creyó. Al instante su barbilla se encogió levemente con un gesto contenido, casi imperceptible, y una lágrima de desconsuelo se desplomó de su ojo izquierdo hasta llegar a sus labios. "El maquillaje estropeado" pensó, como queriendo no ser consciente del dolor que lo había provocado.

  Mientras recomponía aquél reguero oscuro sobre la piel de su cara sonó un timbre. Por el contestador automático sonó su voz dulce y femenina: "Pase y espere un momento por favor, en un instante estoy con usted".

  La vida le había puesto en una tesitura que jamás había imaginado. Estaba a punto de perder lo que más quería, aquello por lo que había luchado los últimos años de su vida, y tenía que mostrarse serena, normal, cándida incluso. Estaba obligada a mentir. Si no lo hacía lo perdería con toda seguridad. Aquéllos que le pedían que fuera ella misma le instaban casi sin saberlo a que no lo fuera. Cuando quiso decir la verdad no le creyeron, y ahora que querían creerla no podía mostrar la verdad.

  Acabó de arreglarse el maquillaje, inspiró con fuerza y se miró una última vez queriendo proveerse de confianza. Los ojos se contornearon con la humedad de las lágrimas pero esta vez pudo contenerlas. Triste y desolada abrió la puerta y bajó unas escaleras. Notó su cuerpo pesado, dolorido. Quiso huir pero no podía, aún le quedaba lo más importante por hacer. Finalmente llegó al salón y eligiendo cada palabra dijo: "Ya estoy aquí, disculpe la demora". Iba a pedir perdón por la tardanza, pero, sinceramente, no creyó que debiera hacerlo.


Por Cástor y Pólux.

domingo, 23 de septiembre de 2012

INTRODUCCIÓN.DOMINGO. NUEVA HISTORIA DE EL ARGONAUTA.

  Hoy os presentamos un nuevo artículo de El Argonauta, elegante y sensible como siempre, pero en esta ocasión más necesariamente.Trata sobre la acción directa que realiza Cáritas con los más necesitados en las calle de Sevilla, cuando cae la noche y los olvidados de la sociedad lo son aún más. El tema de los marginados se presta a determinados tópicos que todos conocemos, y los tópicos son ideas no pensadas, justo lo contrario de lo que queremos hacer en obtentalia. El Argonauta habla en primera persona, pues como todas sus historias, nos las cuenta desde su experiencia más personal, lo que les da autenticidad y realismo.


  En este caso nos trae un tema para reflexionar, sin entrar en juicios morales ni prejuicios, sino mostrándonos una realidad palpable, de la que, así nos lo dice, nadie debería pensar que jamás podría sucederle. La indigencia no es una vida elegida, es una vida frustrada y llena de dolor, necesitada de mucha ayuda, la que en general, la mayoría, somos incapaces  de dar. Por eso nos admiran las personas que dedican parte de su tiempo a ayudar altruistamente a los demás.

  Es curioso que es en momentos de crisis como éstos en los que más se muestra la solidaridad con los necesitados, pero también son en los que más se les da la espalda, pues parte de la sociedad, la que menos sufre la crisis y la que teme perder sus privilegios, suele ignorar una realidad que no desea (sin contar la merma de ayudas estatales). Eso es una generalización, pero creemos que esconde algo cierto, el miedo a perder una determinada situación y la falta de solidaridad que induce ese miedo. Y la solidaridad de la que hablamos no hace falta mostrarla dedicando tiempo a los demás, hay otras muchas formas de hacerlo, especialmente en nuestra forma de vivir el día a día, en nuestra forma de reivindicar derechos especiales cuando otros no tienen los básicos, en nuestra insistencia en seguir un ritmo de vida que ya no se sostiene porque las cuentas públicas no lo permiten, en nuestra forma de culpar siempre a los demás de habernos traído esta crisis, cuando el sistema que la  ha producido lo formamos todos nosotros (todos hemos estados tentados de ganar dinero fácil) ...

  La foto de cabecera de hoy quiere ilustrar de alguna manera todo esto, la dificultad de la vida, pero no la dificultad vital y existencial de la que tanto solemos hablar en Obtentalia, sino de la dificultad real de afrontar una vida llena de obstáculos, llena de la desesperanza que produce no tener nada que ofrecer a tus hijos, a veces, ni una casa en la que dormir, llena de la falta de futuro que supone el drama del desempleo, llena de la insatisfacción que produce la pobreza, ese término que creíamos erradicado de nuestra sociedad. Aún no hemos aceptado que esta crisis nos retrotrae al pasado en cuando a derechos sociales y nivel de vida, y aún nos manifestamos como si eso sirviera para algo. Eso es un hecho y hemos de asumirlo. Como pueblo, hasta que no aceptemos que ésa es nuestra nueva situación, no podremos empezar a superarla, tratando de evitar los problemas y el tipo de sistema social que nos llevó a ella.

  Tal vez merezca más la pena crecer poco y seguro, desarrollarse lentamente tanto técnica como socialmente que no rápidamente. El crecimiento rápido nos trae riqueza, bonanza tecnológica, bienestar social, pero a costa de un frágil equilibrio que difícilmente no acaba en una crisis. Tenemos que elegir entre estabilidad y bienestar para edificar un nuevo modelo social. Pero eso no nos lo van a plantear nuestros políticos, pues ninguno está dispuesto a perder su posición por hacerlo. No, tristemente seguiremos con nuestro modelo actual, maquillado para que parezca que el fantasma de la crisis se alejó, cuando así lo haga. Y a nuestros hijos, o a nuestros nietos como mucho, les tocará pasar otra crisis como la que sufrimos ahora nosotros.

  En fin, tal vez estemos equivocados y el pueblo, la sociedad, necesite bienestar a costa de estabilidad. Entonces tal vez nos retiremos para siempre a nuestra atalaya, a vivir con austeridad y olvidarnos de una vez para siempre del vértigo de la sociedad de bienestar. ¿Seremos capaces? ¡Qué fácil es saber lo que no se quiere y qué difícil lo que se quiere!


Por Castor y Pólux.