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sábado, 9 de mayo de 2015

HUMANOS, MUY HUMANOS.


La fotografía de hoy capta unas nubes en el cielo de un atardecer de primavera. Cuán compleja parece la composición y cuán simple se me antoja al mismo tiempo.

Pero bajo la vista y el panorama cambia del hecho natural al acto humano. Me gusta la gente sencilla y respetuosa, tal vez porque así es como a mí gustaría que me trataran, con sencillez y respeto. Pero con qué facilidad tornamos lo sencillo en complejo.

La psicología del comportamiento humano consciente se basa en aspectos muy elementales, por más que nos guste complicarlos a posteriori.

Y es que somos tan humanos que perdemos la perspectiva humana.

Por Pólux.



viernes, 8 de mayo de 2015

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


Cada hora mía me parece 
el agujero que una estrella 
atraída a mi nada, con mi afán, 
quema en mi alma.

Y ¡ay, cendal de mi vida, 
agujereado como un paño pobre, 
con una estrella viva viéndose 
por cada májico agujero oscuro!


jueves, 7 de mayo de 2015

UN MURO LLAMADO CARÁCTER.


¡Qué maravilloso es el mundo que pensamos! Nosotros mismos..., tan justos y cabales.

Pero la realidad suele ser nuestra incapacidad para descubrir nuestra incapacidad, nuestra negativa a pensar que podamos ser negativos, nuestra mirada ausente cuando buscamos en nuestro interior.

El carácter es un muro alto y grueso que podremos lijar y lustrar, pero que nunca podremos saltar.

Por Pólux.

miércoles, 6 de mayo de 2015

FORTALEZA O DEPENDENCIA.


Todos queremos no sólo ser los mejores, sino parecerlo.

Parece ser tan poco el valor que nos damos a nosotros mismos, a nuestra propia aceptación, que necesitamos el constante reconocimiento ajeno. Eso es una forma de dependencia, y como tal, una debilidad. Pero peor que esa una debilidad es el hecho de que no seamos capaces de ver tal debilidad, pues además de vulnerables nos hace manipulables.

La fortaleza interior es una virtud poco valorada. Se prefiere el reconocimiento exterior porque es más fácil de obtener. Un poco de chantaje emocional suele bastar para obtener una dosis de mantenimiento.

La fortaleza y la seguridad se confunden fácilmente con la autosuficiencia. Pero preferible es esa confusión que la dependencia del reconocimiento ajeno.

Por Pólux.

martes, 5 de mayo de 2015

SENTIRSE VALORADO.


No sentirse valorado suele ser una de las causas más importantes de menosprecio propio, falta de autovaloración y sentimiento de incapacidad y falta de seguridad en uno mismo.

Cuando uno es conocedor de su valía, la falta de valoración produce además sensación de impotencia y flaqueza.

En el fondo pareciera que se trata de necesidad de reconocimiento, pero en realidad es simplemente una cuestión de hacer valer la verdad de una situación frente a la imagen errónea que se puede tener de alguien. Y cuando además se valora a quien menos valía tiene por encima de quien claramente vale más es o una injusticia o la crueldad de la decisión de quien no sabe ver y valorar lo que tiene delante.

Ello afecta a casi todo el mundo, pero cuando el futuro económico, laboral o el prestigio están en juego, la falta de reconocimiento crea una gran impotencia.

Pero así es la vida, a veces estamos en manos de personas que no saben ver lo que tienen delante, y otras, somos nosotros quienes no sabemos ver a quienes tenemos delante. No siempre los culpables de todo van a ser los demás.

Por Pólux.

lunes, 4 de mayo de 2015

LOCURA Y GENIALIDAD EN LA ATALAYA.


Ya estamos en Mayo. El día la madre, el mes de las flores, primavera en todo su esplendor...

Acá, en la atalaya, el entorno muestra con fuerza el inicio de este mes, llenando de brotes árboles y arbustos, llenándolos de flores y revitalizando como si de un milagro se tratara todo tipo de insectos.

Ese bello trastorno paisajístico nos alcanza a todos. Ya lo dice el refrán, "la primavera la sangre altera", y con la sangre el propio sentir y pensar, que al fin y al cabo son expresión de esa misma sangre.

El pensamiento alterado y enajenado adquiere su máxima expresión acá en la atalaya, donde cada idea, por descabellada que parezca, cobra un sentido especial, el de poder ser pensada sin cordura, como si la realidad no impusiera su ley restrictiva, la de lo posible, sólo lo posible. Acá todo cobra ese sentido especial, todo puede ser pensado o imaginado. Luego, la realidad se impone indefectiblemente, pero ya el poso de lo imposible y lo irreal ha generado una nueva idea, nacida de donde no podía ser, quedando hasta ahora siempre huérfana de realidad y perdida en la locura. Pero es tal el ansia de vislumbrar alguna luz en el conocimiento del mundo, que una y otra vez repito el proceso de generar esas ideas imposibles, en la descabellada esperanza de obtener una, sólo una que, lejos de la locura, sea genial y lleve el sello del conocimiento. Porque en eso consiste la genialidad, en una locura que torna cordura, o mejor dicho, en una cordura que nació del mismo sinsentido que la locura.

El camino habitual ya está trillado, lo conocemos y sabemos donde nos lleva. Para descubrir algo nuevo sólo cabe experimentar con la locura y la sinrazón del pensamiento. ¿Es esa también la esencia de la inspiración y el arte? Mucho de común hay en todo ello.

Por Pólux.


domingo, 3 de mayo de 2015

ARTÍCULO: CURIOSIDADES DEL CÓDIGO CIVIL.


CURIOSIDADES DEL CÓDIGO CIVIL
Por Pólux (3 de mayo de 2015)



El Código Civil es la norma legal que regula la vida civil de todas las personas. Su primera redacción data de 1889. Pudiera parecer, y en algunos casos así es, que como texto jurídico no es de fácil comprensión, pero así como regula aspectos más técnicos jurídicamente hablando, como los contratos de prenda, hipoteca y anticresis o la sucesión hereditaria, en otros aspectos resulta un texto cercano y comprensible.

Si no hemos tenido un especial acercamiento al Código Civil, nos puede llamar la atención lo mundano de algunos aspectos que regula. Y no es extraño que así sea, pues, como he comenzado diciendo, regula la vida civil de todas las personas.

El objeto de la presente es precisamente resaltar algunos de esos aspectos tan mundanos, que muchos conocerán, por supuesto, pero que tal vez otros no. Nos resulta normal y comprensible que el Código Civil regule el matrimonio y los regímenes matrimoniales, dado que ello comprende la forma en que civilmente se reconocen algunas de las formas de relación entre las personas, pero tal vez no nos resulte tan propio que regule aspectos referentes a un acto previo al matrimonio. Pues así es.

Pero antes una salvedad. El acto que regula el Código Civil no es, como pudiera parecer, el noviazgo, que no es más que el nombre dado a una relación especial entre dos personas, que no implica matrimonio, en todo caso, y como mucho, intención futura. El Código Civil no entra, ni debe entrar, en regular aspectos en los que no hay un acto objetivo que comprometa frente a otro, como un contrato o un mandato. Es por esto que el acto previo al matrimonio al que me refiero no es el noviazgo, sino la promesa (la promesa cierta) de matrimonio. La promesa, sin ser un contrato, en una firme intención que compromete a otro. Digamos que sería la mínima expresión del acto objetivo que regula el Código Civil, por expresarlo de forma sencilla.

El Libro I del Código Civil, titulado “De las personas”, regula, entre otros aspectos, el nacimiento, el domicilio, el matrimonio, la paternidad, la ausencia, la tutela y la emancipación. El Título IV de dicho Libro I se refiere al matrimonio, y el Capítulo I de dicho Título a la promesa de matrimonio. Dicho Capítulo contiene sólo dos artículos, el 42 y el 43, cuyo contenido actual es el siguiente:
 -Artículo 42:
“La promesa de matrimonio no produce obligación de contraerlo ni de cumplir lo que se hubiere estipulado para el supuesto de su no celebración.
No se admitirá a trámite la demanda en que se pretenda su cumplimiento.”

 -Artículo 43:
“El incumplimiento sin causa de la promesa cierta de matrimonio hecha por persona mayor de edad o por menor emancipado sólo producirá la obligación de resarcir a la otra parte de los gastos hechos y las obligaciones contraídas en consideración al matrimonio prometido.
Esta acción caducará al año contado desde el día de la negativa a la celebración del matrimonio.”

El artículo 42 deja muy claro que la promesa no crea la obligación de lo prometido (no hay contrato), pero el artículo 43 aclara que si esa promesa hubiera causado en el otro gastos u obligaciones tendrá derecho a resarcirse de éstos. Aún no habiendo contrato, hay un acto objetivo causado por la promesa cierta, y ese acto es el que regula el Código Civil.

Primera página de la publicación del Código
Civil de 1889 en la Gaceta de Madrid, el día 25
de julio de dicho año. [Pulsar en la foto para
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Pero tan curioso como el contenido de dichos dos artículos, es apreciar cómo ha cambiado respecto al contenido original de los mismos. Como antes hemos dicho la primera redacción del Código Civil, como tal, data de 1889 (Ver foto de la primera página de la publicación del Código Civil 1889 en la Gaceta de Madrid el 25 de julio de dicho año. Ampliando la foto pueden ver como consta que el texto legal está sancionada por la Reina Regenta doña Cristina -madre de Alfonso XIII- y por el entonces Ministro de Gracia y Justicia don José Canalejas y Méndez).

En dicha primera versión, los artículos que regulaban esos mismos aspectos de la promesa de matrimonio eran el 43 y el 44, con el siguiente contenido:
 -Artículo 43:
“Los esponsales de futuro no producen obligación de contraer matrimonio. Ningún Tribunal admitirá demanda en que se pretenda su cumplimiento.”
 -Artículo 44:
“Si la promesa se hubiere hecho en documento público o privado por un mayor de edad, o por un menor asistido de la persona cuyo consentimiento sea necesario para la celebración del matrimonio, o si se hubieren publicado las proclamas, el que rehusare casarse, sin justa causa, estará obligado a resarcir a la otra parte los gastos que hubiese hecho por razón del matrimonio prometido.
La acción para pedir el resarcimiento de gestión, a que se refiere el párrafo anterior, sólo podrá ejercitarse dentro de un año, contado desde el día de la negativa a la celebración del matrimonio.”

Se aprecia una pequeña diferencia en el artículo 44. En la actualidad el Código Civil se refiere a promesa cierta de matrimonio, y la versión de 1889 se refiere a promesa de matrimonio hecha en documento público o privado o publicadas las proclamas.

Y otra curiosidad. Todos sabemos que la mayoría de edad comienza a los 18 años. El Código Civil lo especifica en su artículo 315, en el que expresa que comenzará a los 18 años cumplidos: “La mayor edad empieza a los 18 años cumplidos”. Pero podríamos preguntarnos ¿en qué momento exactamente? Si nací el 1 de enero de 2000 a las 10 horas de la mañana, ¿cuándo seré mayor de edad?, según lo antes dicho el 1 de enero de 2018, pero ¿a las 10 horas de la mañana, al comenzar ese día o al acabarlo? Pues también regula eso el Código Civil. En su segundo párrafo, dicho artículo 315 expresa lo siguiente: “Para el cómputo de los años de la mayoría de edad se incluirá completo el día del nacimiento”. Pues ya sabemos, tenemos que esperar a que acabe el día para tener la mayoría de edad.

Yo les animaría a que leyeran algunas partes del Código Civil, sobre todo del Libro I, “De las personas”, donde encontrarán otras muchas curiosidades, como la ausencia o la declaración de fallecimiento.