Antes de iniciar nuestra reflexión, queremos deciros que ayer cambiamos las fotografías de la galería de fotos. Hemos cambiado las que había por 20 nuevas, todas fotografías de cabecera de nuestro blog.
¡Cuánto nos cuesta ponernos en el lugar de los demás! Preferimos nuestro propio lugar, es normal, pero para afrontar una buena relación o discusión es mucho más positivo y productivo alejarnos hasta el lugar del otro. Sólo comprendiendo lo ajeno podemos reforzar nuestra propia convicción, o cambiarla si fuera necesario.
¡Cuánto nos cuesta ponernos en el lugar de los demás! Preferimos nuestro propio lugar, es normal, pero para afrontar una buena relación o discusión es mucho más positivo y productivo alejarnos hasta el lugar del otro. Sólo comprendiendo lo ajeno podemos reforzar nuestra propia convicción, o cambiarla si fuera necesario.
La mayoría de las discusiones que tenemos son conversaciones de "besugo", en la que cada parte se afana por hacerse comprender, por dejar clara su postura y convencer al otro, y no en comprender a la otra persona para saber así qué es lo que nos quiere decir.
Comprender lo ajeno no es claudicar a favor de ello, es asimilar que posturas distintas pueden tener validez, aunque nosotros adoptemos la nuestra, es empatía.
Lo distinto no es lo contrario. Pero nuestra mente tiende a cerrarse sobre sus propias convicciones en contra de lo demás. Es más un problema de flexibilidad mental, de mentalidad abierta, que de comprensión propiamente dicha.
Lo distinto no es lo contrario. Pero nuestra mente tiende a cerrarse sobre sus propias convicciones en contra de lo demás. Es más un problema de flexibilidad mental, de mentalidad abierta, que de comprensión propiamente dicha.
Por Cástor y Pólux.
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