Y volvemos con la fuerza de voluntad. Es que el otro día discutíamos una vez más con un amigo sobre el tema. Sostenía que cualquiera, ejerciendo la fuerza de voluntad, puede conseguir lo que se proponga. No es que neguemos las posibilidades de la fuerza de voluntad, pero la realidad demuestra que no sucede de esa manera. Por lo tanto, tenga o no razón, hay una consideración previa que evita que ello suceda de esa forma.
El problema está, según nosotros lo vemos, en la capacidad de ejercer la fuerza de voluntad. Muchos son quienes se proponen dejar de fumar, o de beber, o adelgazar o adoptar un hábito y no todos lo consiguen, ¿por qué?
No todos estamos dotados mentalmente de la misma fuerza para ejercer la voluntad. No depende ya sólo del esfuerzo personal o el ahínco que en ello se ponga, sino en la capacidad natural con que nos encontremos dotados genéticamente. Hay personas más propensas a la dependencia (drogadicción), o a la violencia, y esas lo tendrán más difícil para superar esas tendencias que otras. Esa dificultad innata es la que hace que no podamos considerar que el esfuerzo o la voluntad es igual para todos.
Nada es imposible ante una voluntad férrea, pero no todos podemos ejercerla por igual.
Por Cástor y Pólux.
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