Para sacar el carnet de conducir hemos de hacer un curso, para manipular alimentos también, y hasta para casarnos por la religión católica hemos de hacer un cursillo prematriomonial. Parece que para casi todo hay que instruirse. Sin embargo para algo más importante que todo ello, algo de lo que depende el desarrollo normal de una persona, no hace falta nada, más que, en algunos casos, tener un "calentón", es decir, que no hace falta ni siquiera pensarlo o desearlo.
Hablo del hecho de tener hijos. No es esa de terner hijos una decisión baladí. Resulta que para casarse (por la religión católica, por ejemplo) se ha de hacer un cursillo, como antes dije, pero para tener hijos parecen ser suficiente las entendederas que buenamente tengamos, como si no tenemos ninguna.
Hay padres de todo tipo, y, por tanto, habrá padres que les fastidien la vida a sus hijos. ¡Eso da igual!, ¿acaso no salimos todos adelante? Díganselo a uno de esos hijos que tienen que padecer tormentos psicológicos o físicos. Claro que también hay casos al contrario, pero los padres se "arriesgan" al tener un hijo. Puede tener un problema físico o psicológico o ser un hijo difícil. Pero ningún hijo ha pedido nacer (ni puede hacerlo, claro), y menos en el seno de una familia conflictiva.
No pido ahora un carnet para ser padres, ni la posibilidad de que un hijo solicite nacer. Tan sólo me resulta curioso e incongruente que para algunas cosas se necesiten tantos requesitos, y para otras más importantes no. Pero así tenemos montado el tinglado.
Por Pólux.
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