Dos barcos en el mar, allá en el fondo, con las luces encendidas. La noche se cierne sobre ellos y ya cuesta distinguirlos. Se van perdiendo en la negrura que, sin distinción, lo abarca todo.
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Pero allá donde el manto de la ausencia les oculta brillan altivas sus luces, desafiantes y poderosas, más poderosas cuanto más ocultos, más desafiantes cuanto más ausentes.
Así como la luz en la luz nada es, en la oscuridad nace plena y desafiante y toda ella es.
Y así es nuestra consciencia, nuestra lucidez, nuestra plenitud, nuestra vida olvidada y callada, perdida y desabrida, que en su fruslera existencia brilla un instante desafiando cuanta oscuridad le cubre y le ahoga, haciéndose plena y gozosa, para volver, sin otra posibilidad, a extinguirse.
Por Pólux.
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